(No) llegamos todas
Llegaron las mujeres que militan en Morena, hacen política para Morena, reclutan para Morena, movilizan para Morena, diseminan mensajes para Morena.
La instrucción es clara. Deberíamos estar aplaudiendo este “tiempo de mujeres” empezando por la que vive en Palacio Nacional. Deberíamos estar celebrando que “llegamos todas” subidas sobre la marea morenista que recorre al País. Incluso la prensa internacional escribe artículos destacando el feminismo de Claudia Sheinbaum, y es colocada en listas de políticas poderosas por ello. En gira tras gira, la Presidenta resalta el papel de lo femenino y cómo -gracias a la 4T- las mujeres pueden hablar, ser policías, ser doctoras, ser líderes. Lástima que esta mercadotecnia mujerista no coincida con la realidad documentada o con el presupuesto asignado. Para las víctimas de violencia, las indígenas, las que requieren un sistema nacional de cuidados, las madres buscadoras, las que padecen la violencia machista, las defensoras de derechos humanos o las que disienten del Gobierno actual, este no es su tiempo. Llegaron unas, pero traicionando e ignorando a otras.
Llegaron las mujeres que militan en Morena, hacen política para Morena, reclutan para Morena, movilizan para Morena, diseminan mensajes para Morena. Y su visión no es de inclusión sino de militancia. Su mapa mental no se enfoca en lo urgente sino en lo electoral. No defienden las causas del feminismo, sino del morenismo con aroma de mujer. Basta con ver lo que está sucediendo en el Instituto Nacional de las Mujeres. Ahí más de 170 personas serán despedidas en estos días, y siguen en espera de información clara y certezas sobre sus liquidaciones. Ahí ha habido un recorte de 60 millones de pesos, nunca padecido, ni siquiera en el pleistoceno patriarcal de AMLO. Todas las capacidades acumuladas por el Inmujeres a lo largo de más de dos décadas de feminismo institucional tiradas al basurero para improvisar lo nuevo. La experiencia debió cuidarse y conservarse para arrancar con una secretaria que fuera la suma poderosa que esperábamos, y no la resta que desmerecemos. En estos tiempos de mujeres, el Gobierno las ensalza con las palabras y las castiga con el presupuesto.
Antes de aplaudir el feminismo de Sheinbaum, el Financial Times debió haber examinado sus prioridades y no son combatir el feminicidio, o atender la salud sexual, armar un sistema nacional de cuidados, o encarar la discriminación estructural. A las mujeres en México no se les trata con perspectiva de género; se les subsume dentro de la política social. Para ellas no existe protección; basta con darles una pensión. Para ellas no hay políticas públicas especializadas, ya que sólo se les ve como pobres que votan. Como si no fueran asesinadas en las calles, violadas en las casas, desaparecidas en CDMX, discriminadas en el trabajo. El Gobierno decide qué mujeres pueden hablar, qué se puede decir, qué se puede preguntar, qué se permite contestar, y a quién se debe financiar.
El estudio de Fundar “Nuevas propuestas, menos presupuesto: Análisis del paquete financiero 2025″ exhibe la realidad debajo de la retórica. En el Anexo 13 -creado en 2008 para garantizar que el dinero público cerrara las brechas de género- apenas el 4.7% se destina a combatir la violencia de género y 0.1% a combatir la discriminación. Y entre los demás damnificados con recortes que contradicen el compromiso con las mujeres está el Programa de Apoyo a Refugios para Víctimas de Violencia, la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres, los Centros de Justicia, las alertas de género y el Programa Salud Materna, Sexual y Reproductiva. En estos tiempos de mujeres, hay dinero a manos llenas para los militares, pero no para ellas.
Pero algunas sí llegaron; algunas sí tienen camionetas blindadas y acceso al erario; algunas presumen a gritos que “llegamos todas”, cuando sólo buscan beneficiarse a sí mismas. Alguien debería avisarle a la Presidenta que Citlalli Hernández está convirtiendo al Inmujeres en un caótico centro de operación partidista. Que se monta sobre el lomo de mujeres vulnerables para posicionarse personalmente. Que organiza eventos pagados por el erario para ponerse la gorra de Morena, no para pelear por los derechos de otras. Y si la Presidenta lo sabe pero lo permite, peor aún. Porque ello constataría una contradicción dolorosa. Claudia Sheinbaum presume ser reconocida como feminista y defensora de todas, pero actúa como la política que sólo protege a las mujeres vestidas de guinda.