Tiempo de caquistócratas
Uno no puede estar completamente seguro de que realmente estamos en el bache más trágico de la historia pero tampoco puede uno decir que estamos en un periodo de esplendor histórico de justicia, de ética, de moral.
Cuando los que están al frente de una nación, una región o una comunidad son los peores elementos -incompetentes, ignorantes, cobardes, corruptos, tramposos, cínicos o mentirosos- se estila hoy cada vez más decir que se trata de un liderazgo caquistocrático.
Aunque la voz “caquistocracia” no está incluida formalmente en el diccionario de habla hispana, a partir del comienzo de este siglo se aceleró su uso sobre todo en inglés (“kakistocracy”, del griego “kakistos” que significa el peor y “kratos” que significa ley o gobierno). En realidad la palabra no es nueva pues hay evidencia de su uso, al menos esporádico, ya desde el siglo XVII.
Traigo esto a colación porque el martes de esta semana el laureado con el Nobel de Economía de 2008, Paul Krugman, a la vez colaborador con una columna de opinión en el Times desde el año 2000 hasta el martes de esta semana, día en el que se despidió con su última colaboración en ese diario con un artículo bajo el título “Mi última columna: La esperanza en una era de resentimiento” en la que reflexiona cómo hace 25 o más años la gente en general se percibía más o menos conforme con diversas categorías de líderes como lo eran no pocos políticos, gobernantes, científicos, finan cieros, militares, comunicadores y personajes de otras categorías, pues en general se les creía, se les seguía y se tenía un aceptable grado de confianza en ellos.
En cambio hoy, treinta o más años después, a gran número de líderes se les tiene desconfianza, poco se les cree, menos se les sigue y sobretodo no inspiran, al menos no con el grado que lo hacían aquéllos de varias décadas atrás.
Krugman escribe aún algo peor: “Es más, el pueblo muestra una amplia tolerancia ante los ineptos, embusteros, cobardes y ladrones que han llegado a conducir el Estado, dando cabida a que se instale la caquistocracia o gobierno de los peores” y termina su artículo con una convocatoria a que enfrentemos con entereza y sin retraso a los líderes caquistocráticos porque no son merecedores de confianza, no saben cómo hacer bien aquello para lo que están en sus puestos de poder, tampoco nos dicen la verdad en sus complejas verborreas y así pone ejemplos de cómo se miente para justificar, hacer y sostener las guerras recientes o para quedarse con recursos ajenos, y nos recuerda la hoy creciente desconfianza en los medios en los que el engaño es algo normal y así más temas que nos han llevado a vivir en un ambiente de falsedad, opacidad y mentira, todo esto resultado de que quienes mandan y ponen las reglas -leyes- son los peores.
Este señalamiento no es exclusivo para quienes gobiernan los estados y naciones sino por igual a los líderes sociales, financieros y tecnocientíficos. La de Krugman, creo yo, es solo una opinión, ciertamente calificada por su inteligencia, conocimiento acumulado y sólida experiencia pero no necesariamente todo es como él lo considera, o al menos no todo ni siempre.
Por supuesto que habrá cabezas y corazones de personas que son potenciales líderes dignos de merecer confianza, respeto y de ser seguidos. Nos queda claro que no es esta la primera vez que en la historia surgen tantos líderes no merecedores de serlo.
Uno no puede estar completamente seguro de que realmente estamos en el bache más trágico de la historia pero tampoco puede uno decir que estamos en un periodo de esplendor histórico de justicia, de ética, de moral.
iertamente hay mucho progreso científico, tecnológico, logístico y estratégico para hacer tantas y tantas cosas pero es probable que falte algo, eso que llamamos corazón.
Mucho cerebro y mucho músculo pero con poco corazón fabrican un líder de mal pronóstico, y en cuestión de gobierno, hacen un adefesio “kakistos”, o sea, de lo peor.
Afortunadamente se avecina la Navidad, propicia por su propia naturaleza y sentido para reflexionar acerca de cómo poner mucho más corazón del que hemos venido poniendo en las últimas décadas en eso que llamamos progreso.
Se dice que muchos países del mundo contemporáneo han dado dos o tres pasos atrás; podrá todo esto ser desesperante, quizás, pero no debe jamás ser desesperanzador.
Una buena preparación en tu interior para la muy próxima Noche Buena y Navidad será garante de una muy buena y serena celebración, quizás con una sencilla cena y ojalá y sobre todo con muchas muestras de afecto, que no por invisible deja de ser el mejor y más valioso regalo.