La Navidad del migrante
Todos los mexicanos venimos de migrantes y mestizos. Quien se piense aborigen e indígena enteramente puro, totalmente ajeno a la migración o al mestizaje se equivoca.
CRITERIO
Todos los mexicanos venimos de migrantes y mestizos. Quien se piense aborigen e indígena enteramente puro, totalmente ajeno a la migración o al mestizaje se equivoca. Simplemente tener en cuenta que el homo sapiens -la especie humana moderna- apareció en África hace unos 200 mil años tras varios millones de años de evolución. Incluso muchos pueblos africanos se habrán desplazado de un sitio a otro buscando mejores condiciones o huyendo de ciertas adversidades.
Así pues, cada vez que un mexicano ve a un migrante transitar por su tierra está viendo el pasado de uno o varios de sus ancestros y son altísimas las probabilidades de que alguno o algunos de nuestros descendientes tengan que migrar o decidan casarse y hacer familia con personas de etnias diferentes; es, simplemente cuestión de tiempo. Ya se habrá dicho de algún antepasado nuestro o ya los dirán de alguno de nuestros descendientes, aquella expresión que si no dicha sí pensada por todos nosotros: “Pobre migrante”.
La escritora española Irene Vallejo (1979) ha comentado que mientras escribía su libro El silbido del arquero -novela que escribió al comienzo de la reciente guerra de Siria, cuando en las aguas del mar Mediterráneo navegaban en pequeñas y medianas embarcaciones miles y miles de migrantes que huyendo de aquel país buscaban un desconocido acomodo para sobrevivir en Europa a pesar de que allí se les cerraban las puertas de acceso amenazando de fracasada su migración- llegó pues la exitosa autora a preguntarse cómo era posible que los pueblos europeos (excepción hecha de Alemania, claro está) cerrasen sus fronteras a aquellos aspirantes cuando todo aquel escenario también lo fue de sus antepasados, y retomaba que fue Eneas el que a la caída de su ciudad, Troya, en la hoy Turquía, migraba a Europa central convirtiéndose así ese personaje que siendo un turco pasó a ser, simbólicamente, el primer europeo.
Todos los mexicanos somos mestizos, fuimos migrantes… los españoles por igual, anotó también Irene Vallejo. El escritor uruguayo, Eduardo Galeano (1940-2015) en un breve video (https://www.youtube.com/watch?v=hrnT3RD2h6I) nos recuerda cómo las mariposas, los flamencos, las golondrinas, las ballenas y los salmones, entre otras especies, migran miles de kilómetros en busca de lo que necesitan y que no puede ser menos en el hombre que también migra -huye- dejando guerras y violencias, pobreza, hambre, tiranías, persecuciones y más calamidades.
Migrantes fueron también José y María, primero buscando y no encontrando un hogar apropiado para el nacimiento de su Hijo, y después huyendo a Egipto: Ya no se trataba de Eneas, un personaje de narración de epopeya, simbólico, sino de personajes reales, históricos, socialmente insignificantes pero que cambiaron el curso de la Historia y que se vieron por las circunstancias de su tiempo y entorno forzados a huir, dejar su tierra y su hogar, como todos los migrantes de todos los tiempos pasados, presentes y futuros.
Está claro que pasan siglos y milenios y las migraciones no ven resueltos sus problemas, dolores, climas fríos y rechazos. Lo menos que se puede hacer en Navidad es hacer una pausa en la actividad, a veces exagerada en esta época, para reflexionar un poco más a fondo en la condición de los migrantes, acordarse de que siempre van necesitados y en busca de un refugio más seguro y más prometedor, como lo buscaríamos todos, que alguna vez nos pudo haber tocado o nos puede tocar y si no a nosotros sí a nuestros padres, abuelos y más antiguos ancestros o quizás a nuestro hijos, nietos o más futura descendencia.
Nochebuena pacífica y Navidad esperanzadora a los migrantes.