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Discursos, promesas... protestas

El régimen se ha ensañado con los trabajadores de Salud, las condiciones han empeorado, miles permanecen atados a un leonino contrato de honorarios sin prestaciones y sin garantía de permanencia.

Joaquín  Robles Linares N

Joaquín Robles Linares

El régimen se ha ensañado con los trabajadores de Salud, las condiciones han empeorado, miles permanecen atados a un leonino contrato de honorarios sin prestaciones y sin garantía de permanencia.

Estos trabajadores ven con angustia y preocupación como sus puestos están en riesgo ante el favoritismo, compadrazgo y partidismo. Las posiciones son aprovechadas por cercanos al régimen para ocuparlas, mientras los que se encuentran en espera desde hace años, ven con desconcierto como se apoderan de espacios gente sin trayectoria ni reconocimiento profesional.

Las protestas se han hecho visibles, las autoridades en una muy lenta respuesta prometen resolver esas arbitrariedades, la ciudad tuvo que ser arrebatada por un caos vial para que reaccionaran.

La política de salud en esta administración se ha transformado en una auténtica venganza social, la destrucción del sistema sanitario se convirtió en una persistente realidad, a la par de un discurso que raya en lo perverso y que es la muestra más clara del cinismo.

Recientemente ha circulado una carta a las autoridades políticas y de Salud del Estado de Sonora, señalando las condiciones críticas en las que trabaja el personal del Hospital General del Estado. Un documento que es una muestra del desastre al que se enfrentan a diario los trabajadores de la institución, sin insumos, equipamiento, personal calificado y medicamentos.

Adicionalmente observa algo muy grave, las consecuencias de la entrega irresponsable del patrimonio hospitalario de los sonorenses a la Federación, que se tradujo en el destino errático de la institución, de ser un hospital de servicio estatal entró en el remolino de ocurrencias y desatinos federales

Esto ha afectado en lo más elemental, como el deficiente servicio de intendencia, situación que pone en riesgo grave a los pacientes y trabajadores por la inadecuada prestación del servicio, según señala la carta, combinado con la contratación de proveedores deficientes, evidenciando equipo defectuoso o inapropiado para procedimientos quirúrgicos complejos o de urgencia.

Esta situación se fue agravando desde el sexenio pasado cuando los disparates y la zalamería hicieron un solo discurso, que fatalmente dejó una cifra descomunal de muertos por Covid aunado al abandono de pacientes con enfermedades graves. Ejemplo de la deshumanización de las autoridades políticas, impedidos para ver la realidad, así como sus desastrosas consecuencias.

Recientemente y ante estas protestas dio una declaración en nuestra capital el doctor Alejandro Svarch, responsable del IMSS-Bienestar, proyecto insignia del régimen. La declaración se centró en señalar y justificar un error burocrático explicando que estaban construyendo el sistema de salud más grande del mundo, declaración llena de grandiosidades que únicamente demuestran los desvaríos de los funcionarios.

Esta expresión junto a la política sanitaria contrasta gravemente con el informe reciente de la revista The Lancet, en el cual se señala la inadecuada estrategia de salud que nuestras autoridades instrumentan.

Mientras traen médicos cubanos a los que se les contrata por cantidades millonarias, asignándoles automóvil, chofer, hospedaje y dieta especial, a diferencia de nuestros médicos quienes dan la cara y se esfuerzan por un salario precario, sin seguridad laboral y elementos indispensables para ejercer su labor.

Esta enajenación ideológica ha provocado una pavorosa cantidad de fallecimientos, nuestros índices de vacunación están por los suelos y el presupuesto para Salud se encuentra en una disminución histórica. Los discursos y las promesas continúan, mientras las filas de enfermos y las carencias se acumulan.

Después de tres años de administración estatal y la entrega irreflexiva de nuestro patrimonio sanitario, no hay lugar para explicaciones ni justificaciones o discursos demagógicos, el deterioro de las condiciones de salud para los sonorenses es evidente.

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