Robavit
No le pertenece al Gobierno; le pertenece al trabajador. No es un impuesto transferido; es un derecho adquirido. El Infonavit sólo administra lo depositado para obtener rendimientos y otorgar créditos.
Denise Dresser
“Roba un poco y te echan a la cárcel; roba mucho y te hacen rey”, decía Bob Dylan. Y quienes se sienten reyes en México así actúan, así proponen reformas contra la corrupción que se vuelven pretexto para el pillaje. Ahora van tras el Infonavit, después de haber saqueado los fondos para la estabilización presupuestal, cualquier fideicomiso que se encontraron y toda bolsa de recursos a su disposición. Aunque reiteren cuán responsables serán con los 2.5 billones que invertirán en nuestro nombre, sabemos a dónde fluirán. En el mejor de los casos, a pagar la deuda de Pemex, a terminar el Tren Maya, y a construir trenes con los cuales AMLO vive obsesionado. En el peor, forrarán la cartera de algún morenista asociado con algún contratista que “construirá” viviendas públicas o hará negocios simulándolo. Murat, el ex priista, les enseñará cómo volverse millonarios con el dinero de los otros.
El dinero nuestro, descontado mensualmente de la nómina de quienes llevamos años aportando. El dinero de los trabajadores con cuyo permiso el Gobierno no cuenta y jamás obtendría en un proceso transparente. El morenismo lo sabe y por ello, en lugar de la persuasión opta por el apañe. Precisamente para encarar la corrupción añeja del Infonavit ha habido un esfuerzo de años para individualizar las cuentas, y que cada persona tenga claridad sobre lo que hay en la suya. Ha ocurrido con el sistema de pensiones y también en el ahorro para la vivienda. Y lo acumulado ahí no es público; es privado. No le pertenece al Gobierno; le pertenece al trabajador. No es un impuesto transferido; es un derecho adquirido. El Infonavit sólo administra lo depositado para obtener rendimientos y otorgar créditos. Tú hoy sabes la cantidad que tienes y con la cual puedes contar.
La reforma propuesta al vapor -y actualmente en pausa- no elimina las cuentas individuales pero vuelve dinero público lo que es dinero privado. Las cuentas del Infonavit no forman parte del erario; provienen del salario. Son producto de décadas de trabajo en fábricas, oficinas, escuelas, universidades. Ahora, en un proceso que podría convertirse en una expropiación de facto, el Gobierno tendrá mayor margen de acción sobre su administración. Y eso aumenta el riesgo, sobre todo ante gobernantes que gastan mucho y mal. Afirmarlo no es especulación, es constatación.
La trayectoria del nuevo director general del Infonavit, Octavio Ramírez Oropeza, no inspira confianza, sino lo contrario. El resultado de su paso por Pemex debería ser motivo de alarma, y no de alabanza. Bajo su tutela, Pemex quemó dinero público como nunca. La producción va en picada y muchos proveedores se encaminan a la bancarrota por falta de pago. ¿Por qué creer que ahora se volverá un sagaz administrador? ¿Un mejor fiduciario de nuestros fondos? ¿Un excelso funcionario público que salta de la agronomía, al petróleo, a la vivienda? La reforma le da más laxitud y menos vigilancia. Aunque se mantenga el carácter tripartita de la institución, habrá sobrerrepresentación gubernamental en los órganos de decisión, en detrimento de los obreros y los trabajadores.
El Estado tiene la obligación de proveer bienes públicos, como la vivienda. Pero una cosa es hacerlo vía la recaudación y otra es vía la reconversión de lo privado en lo morenista. O jinetear los recursos sin la autorización para ello. O despilfarrar el dinero en obras mal planeadas, mal ejecutadas, que terminan siendo subsidiadas por todos nosotros. Es el caso del AIFA, el caso del Tren Maya, el caso de Mexicana de Aviación, el caso del Tren México-Toluca, el caso de Dos Bocas. El Estado inversor es una buena idea, pero sólo cuando tiene la capacidad de comportarse como tal. Y en México -históricamente pero más aún durante la “4T”- mayor injerencia estatal ha entrañado mayor corrupción.
Cuando el dinero privado se maneja como dinero público abre más ventanillas para la cuatitud, y genera sistemas quebrados como el de pensiones del IMSS. Si el neoliberalismo le apostó demasiado al libre mercado, el neopopulismo le apuesta demasiado al Estado capturado. ¿Tú le confiarías tu pensión o tu Afore o tus ahorros del Infonavit a Ramírez Oropeza, a Ricardo Monreal, a Adán Augusto López, o a otro clan de la endogámica “nepocracia” mexicana, como la ha bautizado Mauricio Dussauge? Yo no. Nunca. Porque en manos de los mirreyes morenistas, el Infonavit se convertirá en Robavit.