Trump amenaza; Sheinbaum debe ser firme y estratégica
La designación de los cárteles como FTOs permitiría al Gobierno estadounidense imponer sanciones financieras, restringir movimientos internacionales e iniciar acciones legales severas.
Donald Trump reapareció ayer en Arizona, donde pronunció un discurso lleno de exageraciones, tergiversaciones y promesas. Más allá de su intención de encender a su base electoral, el mensaje deja claro que, de volver a la presidencia, México estará en el centro de sus políticas y retórica nacionalista.
En su intervención, Trump recurrió a datos imprecisos y afirmaciones polémicas. Por ejemplo, aseguró que el gas natural estadounidense es “más barato que los molinos de viento”, ignorando costos reales y beneficios de las energías renovables. Infló las cifras de inmigración, declarando que 21 millones de personas cruzaron ilegalmente la frontera en los últimos cuatro años. Incluso amenazó al Gobierno de Panamá, sugiriendo que Estados Unidos podría “recuperar” el Canal de Panamá si no es tratado “justamente”. Parece que Trump aún añora los días en que “América” podía resolverlo todo con un ultimátum.
Una parte de su discurso estuvo dedicada a México. Trump reconoció a Claudia Sheinbaum como la “nueva Presidenta”, llamándola “una mujer encantadora y maravillosa”. Sin embargo, detrás de este aparente elogio, lanzó duras críticas sobre la gestión de México en temas de inmigración y tráfico de drogas. Prometió designar a los cárteles mexicanos como Organizaciones Terroristas Extranjeras (FTO, por sus siglas en inglés), haciendo de esto una pieza central de su estrategia de seguridad fronteriza. Al parecer, para Trump, resolver problemas complejos es tan sencillo como asignar etiquetas.
La designación de los cárteles como FTOs permitiría al Gobierno estadounidense imponer sanciones financieras, restringir movimientos internacionales e iniciar acciones legales severas. Más preocupante es la insinuación de Trump sobre la posibilidad de emprender acciones militares en territorio mexicano. Este tipo de intervención violaría el Derecho internacional y la soberanía de México, además de generar un impacto devastador en la relación bilateral.
Incluso bajo escenarios limitados -como rescates de ciudadanos estadounidenses o respuestas a ataques fronterizos-, tales acciones serían polémicas y complicarían la cooperación en comercio, migración y seguridad, pilares fundamentales para ambas naciones.
La presidenta Sheinbaum enfrenta un reto significativo, pero también una oportunidad. Su respuesta debe ser firme y estratégica, rechazando cualquier amenaza a la soberanía de México y dejando claro que nuestro País no será herramienta política en la contienda electoral de Trump. Su Gobierno debe fortalecer los lazos diplomáticos con sectores clave de EU, como legisladores, empresarios y organizaciones civiles, que reconocen el valor de una relación constructiva.
La Presidenta debe posicionarse como una líder que defiende los intereses nacionales con claridad y determinación. Mientras reitera su compromiso con una relación bilateral basada en respeto mutuo, debe denunciar cualquier intento de violar la soberanía de México, subrayando que las amenazas unilaterales no sólo son inaceptables, sino contraproducentes.
La historia ha mostrado que Trump usa a México como blanco fácil. Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de marcar una diferencia, mostrando que, bajo su liderazgo, México no sólo busca cooperación, sino que exige respeto.
Eduardo Ruiz-Healy
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