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Paradojas de una transformación

El concepto de nación como un pacto social fundado en valores y aspiraciones comunes no tiene cabida en la mente de quienes hoy “gobiernan”.

Óscar Serrato

Cascabel

Óscar Serrato

George Bernard Shaw postulaba “El hombre razonable se adapta al mundo; el irrazonable insiste en que el mundo se adapte a él. Por este motivo, todo progreso depende del hombre irrazonable”. Este año que está por terminar nos deja muchas lecciones sobre las consecuencias de haber abandonado en manos de “políticos profesionales” la conducción de lo común. La polarización de la sociedad instigada por esos personajes de ayer y hoy, entre otros múltiples y perversos legados es alarmante. El concepto de nación como un pacto social fundado en valores y aspiraciones comunes no tiene cabida en la mente de quienes hoy “gobiernan”. Las reformas constitucionales de los últimos cuatro meses no constituyen ningún progreso, no son irrazonables como algunos que las denuestan postulan, son totalmente lógicas en la visión de quienes aspiran a regresar dar marcha atrás para regresar al régimen de partido único, de un Maximanto, de aquella dictadura perfecta, de la infalibilidad del caudillo, del enriquecimiento ilícito e impune de los gobernantes y de un silencio cómplice de los actores de la sociedad civil.

El 20 de diciembre de 2024 el Diario Oficial de la Federación publica el decreto por el que se desaparecen siete organismos del Gobierno federal que tenían total autonomía y se transfieren sus funciones a diversas secretarías de Estado. Bajo la premisa de una simplificación orgánica, mejorar la eficiencia administrativa, evitar la duplicidad de funciones, promover una administración pública más ágil y eficiente se justificó la desaparición de estos organismos.

El retroceso anticipado en materia de transparencia ante la desaparición del INAI junto con los organismos estatales es equiparable a la expedición de una patente de corso para quienes hoy gobiernan, es indefendible sostener que las “Secretarías Anticorrupción y del Buen Gobierno” federal y de los estados al ser juez y parte se decantaran por el principio de máxima publicidad y buscaran transparentar el gasto público. La experiencia de estos últimos seis años evidencia la opacidad de quienes bajo indefendibles reservas han sistemáticamente negado el acceso a los datos públicos bajo el argumento de seguridad nacional u otras patrañas. No obstante que es inocultable el vertiginoso enriquecimiento de los funcionarios, las complicidades con empresarios afines, el desaseo administrativo, la proliferación de empresas fantasmas, la sustracción y venta de datos personales, ante la ausencia de pruebas documentales el periodismo de investigación serio se enfrentará a condiciones adversas donde todos perdemos y la impunidad sale ganando.

Con menor visibilidad y con grandes consecuencias a futuro en 2025 observaremos cómo se transfieren a la Secretaría de Energía la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) y la Comisión Reguladora de Energía (CRE); a la Secretaría de Educación el Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación; al organismo Promotor de Inversiones en Telecomunicaciones (Promtel) las funciones del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) y de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece). Ante los grandes retos y rezagos, los inherentes conflictos de interés, la improvisación y oportunismo de los en ocasiones incompetentes actores involucrados y corrupción habrá que estar atentos a las leyes secundarias que en teoría harán más eficiente la administración pública. En base a la experiencia y habiendo observado el “arte de legislar” de quienes hoy controlan el proceso legislativo podemos anticipar desaseo, simulación, destrucción de capacidades y captura institucional.

La tan anhelada y publicitada transformación ha fracasado, los postulados de no mentir, no robar y no traicionar pasarán a la historia al igual que “arriba y adelante” de Echeverría o la “solución somos todos” de López Portillo. Mienten, roban y traicionan como se ha evidenciado reiteradamente. No es fácil marcar la línea donde poder afirmar si estamos en el umbral o ya enfrentamos a un Estado fallido, es incontrovertible que el Estado ha sido rebasado en materia de seguridad, control territorial, monopolio de uso de la fuerza, exclusividad de la facultad tributaria e integridad territorial. La fábula de la rana y el agua hirviendo quizás sea apropiada para analizar el deterioro de la gobernanza en México durante los últimos años.

El doble discurso de los actores de la “transformación” no sólo los exhibe, se ha normalizado. Nepotismo, coacción, corrupción, obscuridad, tráfico de influencias, conflictos de intereses, militarismo, cohecho y flagrantes inconstitucionalidades son bajo la lógica del matutino contorsionismo asuntos sin importancia. El lenguaje del poder de los adalides de la transformación no solamente exhibe cinismo, es insolente. Los “liderazgos” empresariales y sociales al igual que los amanuenses favoritos de la transformación en el mejor de los casos callan, en su mayoría aplauden, replican y alaban a la emperatriz desnuda y sus impresentables cortesanos.

“Algunos hombres ven las cosas tal como son y preguntan por qué. Otros sueñan con cosas que nunca fueron y preguntan por qué no” reflexionaba George Bernard Shaw. A nosotros nos corresponde no sólo el observar, cuestionar, reflexionar para encontrar el porqué en tan pocos años México pasó de ser un país en vías de desarrollo a un país en deterioro. No solamente es importante señalar, la participación responsable, la propuesta puntual bajo la lógica del ¿por qué no?. Elevar la voz para señalar que lo es que es un sinsentido lo es, debería ser parte de nuestros propósitos para 2025.

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