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Mundo chino

China se ha convertido en un socio confiable para muchos países. Un socio que abre la cartera y provee sin muchas condiciones.

Genaro  Lozano

Escenarios

LUANG PRABANG, Laos.- Desde el sudeste asiático se ve al mundo de manera distinta. China es el motor económico que mueve el desarrollo de los países de la región y el país que impacta directamente la vida de sus millones de habitantes. De ese lado del mundo, Estados Unidos ya no es la potencia que fue. Ha dejado de serlo este siglo. A pesar de que mantiene una fuerte presencia militar en la región, especialmente en Filipinas, Singapur y Tailandia, lo cierto es que la influencia económica y política china hace palidecer a Estados Unidos y quizás Trump está leyendo mejor que los demócratas esto y por eso ejerce la dura presión a Canadá y a México. La pregunta es si Estados Unidos realmente podrá contener la influencia china en América del Norte o si sólo es cuestión de tiempo para que China ocupe cada vez más una presencia inexorable.

China se ha convertido en un socio confiable para muchos países. Un socio que abre la cartera y provee sin muchas condiciones. En Laos, la influencia china está en los miles de autos eléctricos chinos que pululan las calles de Vientiane y que le han permitido a miles de familias el hacerse de un auto económico, bonito y con tecnología de vanguardia. La influencia china está en sus millonarias inversiones en la infraestructura de Laos, como en el tren de alta velocidad que conecta Vientane, la capital de Laos, con la ciudad china de Kunming, una inversión de casi 6 mil millones de dólares y que ha dinamizado el turismo en Laos, pues conecta la capital con Luang Prabang, una pequeña ciudad llena de templos budistas y que fue decretada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. El trayecto entre ambas ciudades apenas rebasa los 300 kilómetros, que antes se hacían en más de 10 horas por una carretera rural llena de baches y curvas y desde 2021 el tren chino realiza el recorrido en menos de 2 horas.

La precaria infraestructura de Laos ha visto un cambio radical gracias a esas inversiones chinas que también han construido carreteras en excelente estado, plantas de energía eólica y solar que están abaratando los precios de la energía para la población laosiana. La misma historia es en los vecinos Camboya y Vietnam, pero la influencia china también se ha extendido al resto de los países que forman la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean). China ha visto esta región como su área de influencia más tradicional y ha usado como estrategia de influencia la llamada Iniciativa de la Franja y de la Ruta, un multimillonario proyecto de inversión en infraestructura y comercio para conectar y activar económicamente Asia, Europa y África y así construir la hegemonía china a lo largo del siglo XXI.

Estados Unidos ha indudablemente perdido muchísima relevancia en el mundo. Mientras que Trump cierra las puertas, voltea a verse el ombligo de su aislamiento, se crea enemigos para combatir y encontrarse una absurda misión en el mundo, los chinos abren la cartera, recorren el mundo e invierten, llevan sus productos y ganan mercados, creando afinidades entre las poblaciones y los gobiernos. China va por el mundo queriendo ser un socio confiable, mientras que Estados Unidos va por el mundo con Trump siendo un socio inestable, imprudente y como un adolescente bravucón y pendenciero.

En un mundo en el que Estados Unidos tiene muchas culpas y deudas por saldar, como las miles de bombas que arrojó en Camboya, Laos y Vietnam, y que siguen aún causando muertes entre civiles por las minas antipersonales que todavía hay en los espacios rurales de esos países, China es una alternativa confiable.

México y Canadá somos y queremos seguir siendo Norteamérica. Después de todo, la integración económica nos ha favorecido a los tres países indudablemente, aunque no ha reducido la desigualdad. México tiene especialmente un interés en Estados Unidos por los millones de connacionales que nos unen en ambos países, pero Trump parece encaminado a destruir la integración de América del Norte. Y ante eso hay que encontrar alternativas. La experiencia del sudeste asiático es una que no puede ser ignorada.

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