Cien días de soledad
En materia de seguridad, la presidenta Claudia Sheinbaum está sola.
En materia de seguridad, la presidenta Claudia Sheinbaum está sola. Obviamente tiene el respaldo y lo que parece la absoluta lealtad, de Omar García Harfuch, actual secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana. Tal vez, en la esquina de la Presidenta se encuentra el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, pero nadie más.
Han sido 100 días de soledad en materia de seguridad.
Es aparente la falta de apoyo por parte de los líderes de ambas cámaras legislativas, liderados por Adán Augusto y Ricardo Monreal, ni hablar de la falta de apoyo por parte de Morena y sus dirigentes. Sorprende como los gobernadores morenistas han hecho pocas declaraciones públicas de apoyo sobre lo que parecería una nueva estrategia de Claudia Sheinbaum. Hay cuestionamientos de que tan férrea es la lealtad de algunos personajes en su gabinete de seguridad. Y parecería que posiblemente su detractor principal es el mismo Andrés Manuel López Obrador, la persona que le heredó un País en llamas.
Y este distanciamiento estaría plasmado en un documento que se filtró por el Senado, cuyo autor supuestamente seria el mismo López Obrador, deslindándose de la política del secretario García Harfuch en Sinaloa, amenazando además a Trump y la misma presidenta Sheinbaum de una insurrección, si no se continúa con la estrategia de “abrazos y no balazos.” Hasta el momento, nadie ha confirmado ni negado la existencia, el contenido y la autoría del documento.
Y aunque el documento resultara “fake news”, la reacción de los legisladores de Morena y de otros actores políticos implícitamente están señalando que ha habido un cambio en la estrategia de seguridad.
En estos 100 días, uno de los cambios más importantes es la forma en que la Presidenta habla sobre la violencia y la inseguridad. No la justifica, no la esconde. No ha sido condescendiente y respetuosa cuando habla de los líderes de las organizaciones criminales, ni trata de minimizar el efecto que está teniendo en la población y ha subrayado estrategias que buscan resultados a corto plazo. Uno de los aspectos más relevantes ha sido el liderazgo del secretario de Seguridad Pública en la comunicación e implementación de la estrategia. Los secretarios de la Marina y de la Defensa, aunque presentes durante la diaria conferencia mañanera, claramente el protagonismo público de las fuerzas armadas no son los mismos que tuvieron durante el sexenio de López Obrador.
Y no es poca cosa que solamente estemos hablando de un cambio en la forma como se comunica la Presidencia. Por lo menos en las mañaneras, parecería que se estaría transitando a una estrategia donde la seguridad pública en el País, eventualmente sería liderada por civiles que confrontaba el poderío de las organizaciones criminales. Y esto es un cambio radical a la estrategia que todavía estaba vigente hace algunos meses, donde el monopolio de la fuerza y la estrategia de seguridad estaba en la secretaría de la Defensa, y no se les permitió detener o acotar el control territorial de las organizaciones criminales.
¿Será mucho ruido y pocas nueces? Qué tanto impacto y cuando se sentirá el cambio de estrategia estará por verse. Pero claramente los retos más importantes que enfrenta las intenciones de la presidenta de reducir la violencia, sería la falta de apoyo político del ex Presidente, Morena y sus aliados.
Y aunque la reciente reforma constitucional, empoderado al secretario de Seguridad Pública ha ejercer un papel más activo en materia de inteligencia e investigaciones, no viene acompañado de recursos. Además, ha trascendido que ha surgido resistencias de algunos mandos militares de apoyar o por lo menos colaborar más cercanamente con García Harfuch.
Obviamente, uno de los grandes retos del Gobierno federal será la profunda infiltración ejercida por estas organizaciones en los gobiernos locales y estatales, además de la base social que ha apoyado a Morena y la Cuarta Transformación. Esto es uno de los grandes legados de López Obrador y cualquier estrategia para disminuir las capacidades de estas organizaciones desafortunadamente resultará en un enfrentamiento también con gobiernos y poblaciones que han sido “secuestrados” o son cómplices de estos criminales.
Otros factores que contribuirán a la inestabilidad y posible gobernanza en algunas partes del País, es la elección de jueces, magistrados y ministros. Esta ruptura a la institucionalidad y funcionalidad del aparato de justicia, le agrega no sólo incertidumbre, sino asegura que será imposible reducir la violencia, protegiendo derechos humanos y el Estado de Derecho.
Y toda estrategia de seguridad tiene que considerar las presiones de Estados Unidos en aumentar la violencia en México y el impacto en las prioridades que tiene el estado mexicano. Sobre esto hablaré en la siguiente entrega.
Pero les dejo esta interrogante: Considerando la guerra intestina entre cárteles que se está viviendo en Sinaloa, y que ha impactado el resto del País ¿pueden imaginarse que sucederá si se confirma que murió el “Mencho”, líder del cártel Jalisco Nueva Generación?
La Presidenta está sola.