La esperanza, el tema del año Jubilar 2025
El papa Francisco, con la Bula de convocación del Jubileo, ha elegido para el año Jubilar 2025, el tema “Peregrinos de la esperanza”
LO QUE ÉL QUISO DECIR
En la antigua tradición de la comunidad judía está la celebración de los años jubilares, práctica que la Iglesia Católica retoma y celebra desde el siglo XIV, son ya 700 años. Jubileo es el nombre que recibe un año particular en el calendario litúrgico, y, en su momento, la Iglesia elige un tema para celebrar. Jubileo deriva de la palabra hebrea yobel, que se utiliza para identificar a un instrumento musical elaborado a partir del cuerno de un carnero, que era utilizado por los judíos para marcar el inicio de esta festividad.
El papa Francisco, con la Bula de convocación del Jubileo, ha elegido para el año Jubilar 2025, el tema “Peregrinos de la esperanza”, que va del 24 de diciembre de 2024 al 6 de enero de 2026. A partir de 1475, el año Jubilar se celebra cada 25 años, pero un Papa puede convocar a un Jubileo cuando lo considera conveniente.
Giovanni Cucci (La Civiltá Cattolica, 20.12.24) plantea que el concepto de esperanza está ausente en los diccionarios de sicología y añade que tampoco la teología está muy interesada en ella; al buscar publicaciones sobre el tema, se observa una preocupante escasez. La obra más conocida, Teología de la esperanza de Jürgen Moltmann, publicada en 1964, considerada un clásico, surge como respuesta al texto de Ernst Bloch, El principio esperanza, que intentaba trazar una posible realización de la esperanza en el ámbito solo de la mera perspectiva terrenal.
Y se pregunta ¿a qué podría deberse esta carencia? Plantea dos hipótesis: La primera es que el cristianismo, especialmente en Occidente, se ha secularizado en gran medida. La predicación parece evitar este tema y prefiere concentrarse en cuestiones “políticamente correctas”: La ecología, la contaminación, la ayuda material, problemas ciertamente importantes, pero que ya son abordadas por otros, quizás de manera más competente.
La segunda hipótesis es que en el rechazo de la esperanza está, no pocas veces, porque ha sido mal entendida y contrapuesta a la realidad presente, como una suerte de “opio del pueblo”, según afirmaba Marx, para justificar la inacción, adormecer la conciencia y no enfrentar la miseria actual. Nietzsche, con su habitual mordacidad, considera la esperanza “el peor de los males, porque prolonga los sufrimientos del hombre” (Humano, demasiado humano, n. 71).
En el marco de esta realidad, surge la propuesta del papa Francisco del año Jubilar de “Peregrinos de la esperanza”. La esperanza cristiana nada tiene que ver con la ilusión o la resignación ante la dureza de la vida. La esperanza, de hecho, antes que una virtud, es una pasión agresiva, y con ella se sostiene o cae. Y la agresividad, a su vez, para no sucumbir ante el mal y la injusticia, necesita de la esperanza.
La convocatoria del Jubileo es un llamado a renovar la esperanza, dimensión fundamental de la vida cristiana, en un clima cultural marcado por una progresiva y preocupante ausencia de esperanza. Ahora, la esperanza encuentra mucha resistencia para ser acogida porque remite a aquello que no está bajo nuestro control. La crisis de la esperanza tiene repercusiones profundas a nivel existencial. El vacío que deja su ausencia pone de manifiesto aún más la necesidad de su presencia para continuar viviendo, ya que la esperanza otorga un significado por el que vale la pena esforzarse.