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2025 no se ve nada bien

Uno siempre espera lo mejor para el año que comienza. A veces, esa expectativa es más ilusoria que real. Es el caso, me parece, de este 2025. No se ve nada bien.

Leo Zuckermann

Uno siempre espera lo mejor para el año que comienza. A veces, esa expectativa es más ilusoria que real. Es el caso, me parece, de este 2025. No se ve nada bien.

Y me refiero para México.

Para empezar, está Trump quien toma posesión de la Presidencia de Estados Unidos el lunes que viene. Viene empoderado, con más experiencia y unas ganas enormes de dejar un legado histórico como la expansión territorial de su país en pleno siglo XXI.

Trump representa un enorme desafío para México. No cree en el libre comercio, pretende deportar a millones de migrantes indocumentados y quiere que nosotros solucionemos el problema del tráfico de drogas hacia Estados Unidos.

Lo primero implicará la imposición de aranceles desde el día uno de su mandato. No sé por qué sigue habiendo gente que todavía piensa que eso no ocurrirá. Para mí es muy claro: A partir del 20 de enero se nos viene una andanada de aranceles de nuestras exportaciones a ese país. Tanto por la visión proteccionista de Trump como por el uso de éstos como arma de negociación para los otros dos temas, o los que se aparezcan en el camino.

Trump extorsionará a México con los aranceles. Será la Espada de Damocles durante cuatro años. Eso generará una gran incertidumbre en nuestro País ya que el comercio con Estados Unidos es uno de los pocos motores que sí funcionan de la economía mexicana.

Por su parte, las deportaciones de migrantes generarán terribles problemas sociales, económicos y humanitarios en las ciudades fronterizas del Norte del País. Y el combate al tráfico de fentanilo podría generar una incómoda invasión de la soberanía nacional.

Estamos hablando de cosas muy serias que, de alguna forma u otra, ocurrirán en 2025.

¿Está el Gobierno mexicano capacitado y listo para enfrentar estos retos?

No lo veo.

Por el contrario, como si el horno estuviera para bollos, el gobierno sigue empecinado con una serie de reformas para concentrar el poder. Y esto, a su vez, generará aún más incertidumbre económica.

Este año, por ejemplo, se gastará una enorme cantidad de recursos materiales, financieros y humanos para que Morena se quede con el control del Poder Judicial Federal. Se llevará a cabo la famosa elección de ministros, magistrados y jueces de distrito. Una costosa faramalla que solo servirá para cumplirle el capricho al ex Presidente quien claramente vio en esta reforma judicial la oportunidad de terminar con el contrapeso judicial que tanto enfado le causó durante su sexenio.

La elección tendrá una tasa de participación baja. Morena movilizará a su electorado para elegir a los juzgadores cercanos a ellos.

Ya sin un Poder Judicial independiente, los únicos inversionistas que se atreverán a arriesgar su dinero en México serán los sempiternos capitalistas compadres del gobierno que tienen las palancas para arreglar sus conflictos. O aquellos que consigan arbitrajes internaciones en caso de desavenencias.

Los demás no tendrán incentivos para invertir en México sabiendo que el gobierno, al controlar al Judicial, ganará todos los juicios a su favor, incluyendo los fiscales.

Si el SAT dice que una empresa debe 10 millones de pesos y el contribuyente argumenta que solo son cinco, los jueces controlados por el gobierno siempre le darán la razón a la¿ autoridad fiscal. ¿Quién quiere invertir en un país así?

No por nada la economía mexicana ya se está enfriando desde el año pasado. Si bien nos va, en este 2025 tendremos un crecimiento mínimo del Producto Interno Bruto. No podemos descartar, incluso, un estancamiento y hasta una pequeña recesión (todo depende de la fuerza del huracán trumpista).

El bajo crecimiento económico, que ha caracterizado a la 4T desde 2018, afectará a las finanzas públicas que, a diferencia de cuando entró López Obrador al poder, están en una situación crítica.

La realidad es que el gobierno de Sheinbaum no tiene dinero y los márgenes de endeudamiento se han estrechado. Con mucho pragmatismo y disciplina, podría capotear este 2025, pero están en la tablita y muy dependientes del ambiente económico.

Si el crecimiento se desacelera más de los anticipado, las finanzas públicas se deteriorarían más presionando el mercado de los bonos gubernamentales denominados en moneda nacional y extranjera.

Ya ni qué decir de lo que suceda en materia de seguridad donde la guerra entre la “chapiza” y la “mayiza” por el control del Cártel de Sinaloa sigue siendo de pronóstico reservado.

La verdad, me temo, es que el 2025 no se vislumbra nada bien.

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