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Cuán equivocados están en Estados Unidos

Lo que no quieren asumir los estadounidenses es que el problema es su demanda de drogas que ellos tendrían que resolver.

Leo Zuckermann

Juegos de poder

Ayer, el candidato a secretario de Estado del próximo Gobierno en Estados Unidos, Marco Rubio, compareció frente al Senado y dijo que los carteles mexicanos “tienen básicamente el control operativo sobre enormes extensiones de las regiones fronterizas entre México y Estados Unidos. Es simplemente un hecho desafortunado, y es uno que vamos a tener que enfrentar con nuestros socios en México”.

Se mostró de acuerdo con designar a los carteles mexicanos como terroristas y no descartó el uso del Ejército estadounidense para combatirlos: “Es una opción que el Presidente tiene a su disposición”.

Rubio, sin embargo, envió un guiño a nuestro País: “Mi preferencia desde la perspectiva del Departamento de Estado sería que los mexicanos cooperaran en este asunto porque está impactando a su nación tanto como a la nuestra, estos grupos sofisticados, estas organizaciones criminales, no sólo amenazan a Estados Unidos, amenazan la política mexicana”.

Ayer mismo, la candidata a convertirse en la próxima fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, también en su audiencia de ratificación senatorial, se manifestó a favor de que Trump designe como organizaciones terroristas a los cárteles mexicanos.

Todo indica que Trump lo hará. Su visión es muy clara. Piensa que México “esencialmente está dirigido por los cárteles, y no podemos dejar que eso ocurra, porque México tiene realmente problemas, muchos problemas, es un lugar muy peligroso”.

Trump exagera. El País está lejos de ser “dirigido” por el crimen organizado. Ciertas regiones, sin duda, como correctamente matiza Rubio.

Lo estamos viendo en Sinaloa donde el cártel de ese Estado era el que, para todo efecto práctico, gobernaba. Hoy sabemos, por ejemplo, que el día que los estadounidenses secuestraron y se llevaron a Ismael “El Mayo” Zambada a su país, el capo iba a una reunión para mediar entre el ex rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Héctor Melesio Cuén, y el gobernador, Rubén Rocha, en un conflicto que traían entre ellos.

Ahí en Sinaloa, como en varios municipios de Chiapas, Tamaulipas, Michoacán, Guanajuato, Tabasco, Guerrero, San Luis Potosí y Morelos, a lo mejor en los estados completos, el poder fáctico más importante son los grupos delincuenciales organizados.

También ayer, el “Mayo” Zambada se presentó a una audiencia en la corte de Brooklyn donde será juzgado. Los fiscales estadounidenses dijeron que están discutiendo un posible acuerdo de culpabilidad con él. De conseguir dicho acuerdo, Zambada tendría mucho que revelar sobre los vínculos del cartel con políticos que les ofrecían protección. Así sabremos más de hasta dónde dirige el narco a nuestro País, tal como piensa Trump.

El asunto, obvio, puede resultar explosivo por sus consecuencias políticas en México. El “Mayo” se convertirá en un arma muy poderosa del Gobierno estadounidense para lograr sus objetivos.

El problema es la definición de esos objetivos.

¿Qué quiere Estados Unidos en materia de narcotráfico?

Su ideal siempre ha sido que nosotros, los mexicanos, impidamos el trasiego de drogas de México hacia Estados Unidos, la llamada “interdicción”. Antes con la mariguana, que hoy es legal en 24 estados de la Unión Americana con fines recreativos, hoy con la peligrosísima y adictiva droga que es el fentanilo.

Pero ni México ni Estados Unidos ni la ficticia Liga de la Justicia de los súper héroes puede resolver el problema de la oferta de un producto ilegal como son las drogas. Porque mientras haya demanda por éstas, alguien se encargará de proveerla. Así es la ley del maldito mercado.

Los cárteles mexicanos capitalizan el apetito voraz por drogas que existe en Estados Unidos. Les da mucho dinero que utilizan para acumular poder por medio de la violencia.

Podrán venir los marines estadounidenses a combatir a los narcos mexicanos. Podrán matar a varios y desmantelar sus laboratorios. Podrán clamar victoria.

Pero será un éxito temporal.

Pasado algún tiempo, aparecerán de nuevo otros criminales que aprovecharán la gran demanda de drogas del vecino del Norte.

Ojalá y emergieran en otros países para nosotros salvarnos de la plaga de la delincuencia organizada. Difícilmente ocurrirá porque México y Canadá, al ser vecinos de Estados Unidos, son destinos ideales para la producción y contrabando de productos ilegales hacia aquel país.

Lo que no quieren asumir los estadounidenses es que el problema es su demanda de drogas que ellos tendrían que resolver. Hipócritamente desvían la atención al Sur del río Bravo creyendo que su poderoso ejército podría darles una falsa victoria.

Leo Zuckermann

X: @leozuckermann

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