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El Gran Disruptor

Donald Trump regresa a la Presidencia y comienza a normalizar lo que no es normal. Un criminal convicto en la Casa Blanca.

Denise Dresser

Donald Trump regresa a la Presidencia y comienza a normalizar lo que no es normal. Un criminal convicto en la Casa Blanca. Un racista xenófobo al frente de la política pública de un país diverso. Un hombre que desafió la Constitución y azuzó a sus huestes para que tomaran el Capitolio, ahora comandándolo con mayorías legislativas. Un gabinete compuesto por fanáticos MAGA, leales pero impreparados para las tareas que enfrentan. Y ese hombre disfuncional, ahora comparte el poder con un grupo de tecno-oligarcas, provenientes de Silicon Valley, liderados por Elon Musk, que se preparan para poner al Gobierno a su servicio. Estados Unidos enfrenta un cambio de régimen y se encamina a la autocratización donde la reglas no valen, las leyes no importan, las instituciones no convienen, los contrapesos estorban y lo único que cuenta es el poder discrecional, ejercido por una especie de rey, rodeado de cortesanos y corifeos.

Prepárense para una nueva era en la cual Estados Unidos no será factor de certeza, sino de incertidumbre. Donde el hegemón dejará de serlo, creando un mundo -como lo advierte Francis Fukuyama- sin liderazgo y sin reglas. Donde el sistema político estadounidense dejará de operar como una democracia conocida, y transitará a un régimen híbrido con rasgos autoritarios. El bipartidismo de republicanos y demócratas se convertirá en un personalismo transaccional, centrado en Trump y los tecno-billonarios que lo rodean. Como dice el periodista Ezra Klein, ya los nuevos términos están sobre la mesa. Si tienes algo que ofrecerle a Trump y le eres útil, prosperarás. Si te le opones, tú y tu familia y tu círculo y tu compañía pagarán el precio de la resistencia.

Por eso Mark Zuckerberg de Meta abandonó el “fact checking” de Meta y las iniciativas de diversidad, inclusión y equidad en su empresa. Por eso Jeff Bezos ha comenzado a imponer políticas de censura en The Washington Post. Por eso Marc Andreessen de Open AI ha ido tantas veces a Mar-a-Lago para obtener laxitud regulatoria en su sector. Como recompensa, los hombres más ricos de Estados Unidos estarán sentados cerca de Trump en su toma de posesión, inaugurando una nueva era de “Robber Barons” del siglo XXI. La alianza entre la oligarquía y la Presidencia, en la cual el objetivo es acumular poder, hacer dinero, y remodelar al país a su antojo. Trump acaba de incrementar su fortuna en 24 horas, lanzando una criptomoneda, y obviando el conflicto de interés que eso entraña. Elon Musk se prepara para intervenir en contra de los regímenes progresistas que lo incomodan, y a favor de los gobiernos derechistas antiinmigrantes con los cuales comparte una afinidad electiva. Las élites negocian, influencian, se acomodan. Y los demás -incluyendo grupos que votaron por Trump- pagarán el precio de la gran disrupción.

Los inmigrantes pagarán el precio de los gobernadores sicofantes que promoverán deportaciones para agradar al Amado Líder. Las clases medias sufragarán el costo de una espiral inflacionaria si Trump coloca aranceles sobre productos mexicanos, ya que las empresas pasarán el costo al consumidor. El medio ambiente y la agenda de combate al calentamiento global enfrentarán el impacto de la desregulación y el apoyo trumpista a las compañías petroleras. La salud sufrirá bajo el liderazgo de un secretario de Salud que no cree en las vacunas. La OTAN padecerá la retirada estadounidense de una organización creada para frenar las ambiciones de Rusia. El orden global acabará desquiciado por alguien que habla de invadir Panamá, apropiarse de Groenlandia, e intervenir militarmente en México. Y China aplaudirá, viendo cómo Estados Unidos se carcome desde dentro.

Los riesgos para México no deben ser subestimados, como ha sido el caso hasta ahora. Claudia Sheinbaum se ha abocado a asumir posiciones performativas que apelan al morenismo, pero no encaran el peligro real del trumpismo. No parecemos preparados -ni diplomática ni programáticamente- para la redadas migratorias, o las deportaciones masivas, o las alzas arancelarias, o el intervencionismo caza cárteles, o la renegociación del T-MEC. Donald Trump, el Gran Disruptor, es una amenaza inédita para México. Encararla requerirá inteligencia y unidad, estrategia y creatividad, aliados y alianzas. Altagracia Gómez tiene razón cuando exhorta a apostar por México. Pero no por el país de Morena, sino el de todos.

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