Renegociar el T-MEC
Ya se filtró a la prensa: Donald Trump quiere iniciar ya una nueva negociación del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá (T-MEC) que él acordó y firmó en 2018.
Juegos de poder
Ya se filtró a la prensa: Donald Trump quiere iniciar ya una nueva negociación del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá (T-MEC) que él acordó y firmó en 2018. Uno de sus objetivos es cambiar las reglas de la industria automotriz para incentivar que las fábricas regresen a producir a Estados Unidos.
El tema tiene un origen político. Desde su primera campaña, Trump entendió que el Partido Demócrata había dejado de proteger los intereses de los poderosos sindicatos de la industria automotriz. Los trabajadores estaban muy enojados por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan) que había incentivado el traslado de varias empresas del sector a México y Canadá donde se producía más barato. Para ellos, esto significó pérdida de ingresos y puestos laborales
Trump rescató el discurso proteccionista y consiguió el voto de los trabajadores de cuello azul en 2016 y 2024. Los republicanos les arrebataron a los demócratas este segmento del electorado que es fundamental en varios estados clave de la elección presidencial, en particular Michigan.
Ahora llegó el momento de pagar la factura: Cumplir la promesa de proteger más a los trabajadores estadounidenses que al libre comercio. De hacer todo por regresar a las épocas doradas de la industria automotriz americana en su Meca de Detroit.
Parten de una premisa falsa.
Es cierto que algunas plantas de la industria han migrado a México y Canadá. Pero la gran mayoría de los trabajos que se han perdido en Estados Unidos se debe a la robotización. Según un artículo académico de Daron Acemoglu y Pascual Restrepo “la industria automotriz ha adoptado robots más que cualquier otra industria empleando el 38% de los robots existentes con una adopción de hasta 7.5 robots por cada mil trabajadores”.
Los políticos, sin embargo, no pueden echarles la culpa a los robots. Electoralmente es más redituable estar en contra de la relocalización de las empresas en otros países. Es lo que explotó, con mucho éxito, Trump en sus campañas.
La pregunta es si va a poder cumplir su promesa de regresar los empleos a su país.
Por supuesto que todavía hay personas involucradas en la fabricación de un automóvil. Parte de los montajes se ensambla a mano. Lo mismo la producción de ciertas piezas. A las automotrices les conviene que estos trabajos se hagan en países como México donde el trabajo es bueno y más barato.
Pero no hay nada más barato que la automatización completa de una manufactura. Con la Inteligencia Artificial y las mejoras en la robotización hacia allá va el futuro. La realidad es que cada vez habrá menos trabajos en la industria manufacturera incluyendo la automotriz. Esto será verdad para países desarrollados como Estados Unidos y emergentes como México.
El presente y futuro del empleo está en el sector servicios donde, por cierto, también muchos empleos se perderán por la Inteligencia Artificial. Pero eso es otro tema. Lo importante aquí es resaltar que Trump está explotando el coraje de muchos trabajadores de su país, organizados en sindicatos, para ganar votos; ahora tiene que cumplirles la promesa que los empleos regresarán de alguna forma a Estados Unidos.
Del otro estarán los intereses de las armadoras norteamericanas. Estas tienen que competir en contra de los europeos, japoneses y, ahora, los chinos. Es una industria donde la competencia es feroz. Muchas veces las marcas hasta pierden al vender coches que compensan con el más rentable negocio del financiamiento.
Las marcas estadounidenses han logrado competir gracias a una cadena muy sofisticada de abastecimientos y manufactura que involucra a los tres países de Norteamérica. Cambiar este equilibrio no es nada sencillo. Al revés, pondría en peligro la competitividad de la industria automotriz de Estados Unidos.
Así que habrá un choque entre los intereses que quiere proteger Trump de los trabajadores estadounidenses y las compañías que están interesadas en seguir ganando dinero. Ese problema lo deberá resolver la administración Trump.
Pero el Presidente de ese país es, ante todo, un animal político. De alguna forma tiene que cumplirle a su electorado para seguir consolidando su movimiento. De ahí la necesidad de renegociar el T-MEC lo antes posible.
Alguna concesión por parte de México y Canadá deberá lograr Trump para presumir una victoria. La pregunta es qué estarán dispuestos estos dos países a ceder para continuar con un tratado que tanto les ha beneficiado, sobre a todo a México.
Los próximos meses serán de mucha incertidumbre de los cambios que vendrán aunados con la imposición de aranceles para presionar en la mesa de negociación. El tiempo para llegar a nuevos acuerdos, y sobre todo la sustancia de éstos, determinarán mucho del futuro económico de nuestro País.
Leo Zuckermann
X: @leozuckermann
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