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Trumpismo 4T

Hoy, lo más fácil para los líderes y los acólitos de la “Cuarta Transformación” es embestir a Donald Trump, sin mirarse críticamente y ver cómo se le parecen.

Denise Dresser

Denise Dresser

Hoy, lo más fácil para los líderes y los acólitos de la “Cuarta Transformación” es embestir a Donald Trump, sin mirarse críticamente y ver cómo se le parecen. Lo más sencillo es catalogar al trumpismo antidemocrático como algo excepcional, aberrante e irreproducible, cuando no es así. AMLO, Claudia Sheinbaum y el morenismo han tenido y siguen defendiendo comportamientos análogos. Trump amamanta a sus seguidores con acciones, decisiones y visiones peligrosas. En México el Gobierno pasado y el actual comparten códigos del populismo autoritario, y listo sólo algunos:

* La división y la polarización. Como estrategia política para llegar al poder y conservarlo, Donald Trump promueve el odio, atiza la división, erige enemigos existenciales -los inmigrantes- y miente sin compunción. A lo largo de su Presidencia, López Obrador recurrió a la misma estrategia divisoria y utilizó a la mañanera para segregar a México en bandos confrontados: El pueblo y los traidores al pueblo. Ahora Claudia Sheinbaum lo emula, aunque con mejores modales.

* El desdén por las normas y las reglas democráticas. Respaldado por una mayoría electoral desilusionada con el statu quo, Trump se apresta a gobernar por decreto, concentrando el poder en su persona, debilitando los contrapesos y desafiando la Constitución. Buscará cambiar las reglas del juego electoral para mermar la credibilidad y la competitividad de sus opositores en el Partido Demócrata y en la sociedad civil. AMLO hizo lo mismo durante seis años y le heredó a Claudia Sheinbaum un legado tóxico que ella ha abrazado, por convicción o supervivencia. La Presidenta construye el “segundo piso” de la erosión democrática, vía la reforma judicial que apoyó, los órganos autónomos que eliminó y la reforma política que propone.

* La desinstitucionalización y la contracción del Estado. Montándose sobre la desconfianza creciente hacia las instituciones y prometiendo “drenar al pantano”, Trump busca desmantelarlas o capturarlas para que obedezcan sus órdenes. Despide a burócratas, diezma al servicio civil de carrera, elimina programas gubernamentales y empodera a Elon Musk para que recorte el tamaño y el alcance de lo público. Usando el argumento de la “austeridad republicana” y el combate a la corrupción, AMLO lideró una contracción neoliberal de la función estatal. Claudia Sheinbaum continúa colonizando al Gobierno con operadores partidistas, leales pero impreparados. Allá con los nombramientos del gabinete, acá con las Lenias Batres y los operadores morenistas colocados en puestos para los cuales no están calificados.

* La corrupción construida sobre el capitalismo de cuates. Apoyado por los tecno-oligarcas de Silicon Valley, magnates que financiaron su campaña, y miembros de su familia acostumbrados a hacer negocios desde el poder, Trump está armando una maquinaria de lealtades y favores enraizada en la cuatitud. En México, esa fue la estrategia de López Obrador, quien enriqueció aún más a los multimillonarios y creó una nueva casta dorada/privilegiada que incluye a las fuerzas armadas. Al Norte y al Sur de la frontera, ambos gobiernos impulsan políticas públicas que concentran la riqueza y empoderan a oligarcas, aun cuando eso corra en contra del interés nacional o de su propia base electoral.

* La utilización del poder presidencial para perseguir y amedrentar a adversarios. Trump usará al Departamento de Justicia -y a toda institución gubernamental- como aparato de retribución. Se valdrá de instituciones públicas para llevar a cabo vendettas personales contra personas y organizaciones que lo han agraviado. Politizará la función pública hasta donde pueda y hasta donde encuentre resistencia. Así como lo han hecho en México la FGR, el SAT, la mañanera, la Fepade, y todas las instituciones puestas al servicio de la Presidencia y del partido.

Sirva este artículo como un llamado de atención para quienes justifican el morenismo mientras denuncian el trumpismo. Y también para aquellos que ensalzan a Trump mientras le piden corregir a México. Ojalá nos avergonzaran las similitudes: La rutinización del poder abusivo, la normalización de la ilegalidad, la desacreditación del que disiente. Cuando los métodos trumpistas/morenistas se vuelven aceptables para el Gobierno y validados por la sociedad, todos podemos convertirnos en víctimas. O peor aún, en monstruosos cómplices.

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