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Por qué no voy a votar en la elección judicial

Seamos honestos: La gente no tiene ni el tiempo ni el interés de investigar quiénes son los individuos que aparecerán en la boleta.

Leo Zuckermann

Tontería tras tontería avanza la elección por voto popular del Poder Judicial.

Cómo pierde el País recursos y energía en un ejercicio fútil que tiene un solo objetivo: El control político de Morena del poder constitucional que se atrevió a desafiar al ex presidente López Obrador.

Pura faramalla para legitimar la concentración del poder en México.

Un tercio de los candidatos los definirá el Poder Ejecutivo controlado por Morena.

Otro tercio el Poder Legislativo también controlado por Morena.

Y el tercero el Poder Judicial, cuyo Comité de Evaluación de los candidatos no pudo hacer su trabajo debido a resoluciones del propio Poder Judicial que les ordenaban, por un lado, suspender sus actividades y, por el otro, continuar con ellas. Ante la indefinición, la mayoría de tres de los cinco magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial que abierta y groseramente domina Morena, le cedió la facultad de escogerlos al Senado por medio de una tómbola.

Al INE no le dieron todos los recursos que demandó para llevar a cabo una elección nacional. Ergo han recortado el número de casillas a la mitad, lo cual abona a unos comicios que estarán dominados por las fuerzas políticas que puedan movilizar personas para llevarlas a votar ese día.

En primer lugar, la propia maquinaria electoral de Morena, la más poderosa del País, que ese día trasladará a su gente a votar por los candidatos que les convengan. Esta es la forma que López Obrador diseñó para apropiarse del Poder Judicial.

Súmese sindicatos con amplia membresía: Maestros, petroleros, la Catem. Todos ellos pondrán su aparato de movilización electoral para elegir a los jueces, magistrados y ministros que luego representen sus intereses en los tribunales.

No olvidemos al crimen organizado en diversas regiones. Con el dinero y la popularidad que cuentan también harán sus operaciones para meter en el Poder Judicial a sus muchachos.

De esta manera, tendremos un aparato de juzgadores controlados políticamente por el partido gobernante y ciertos grupos de interés.

La dizque elección costará seis mil 329 millones de pesos. Más todo lo que se ha gastado en labores políticas en distintas instituciones para organizar esta estafa para la ciudadanía.

Me atrevo a calificarla así porque es un engaño por la complejidad que implica.

El ciudadano que acuda a las urnas recibirá seis boletas:

1. Boleta morada para ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación con 84 candidatos para escoger a nueve, cinco mujeres y cuatro hombres.

2. Boleta rosa para magistrados de circuito en cinco materias especializadas (civil, mercantil, mixto, fiscal y trabajo) con 49 candidatos para elegir a siete, cuatro mujeres y tres hombres.

3. Boleta verde para magistrados del nuevo Tribunal de Disciplina Judicial con 52 candidatos para votar a cinco, tres mujeres y dos hombres.

4. Boleta azul para magistrados de la sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación con 20 candidatos para escoger a dos, uno de cada género.

5. Boleta naranja para magistrados de Sala Regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación con 30 candidatos para elegir a tres, dos mujeres y un hombre.

6. Boleta amarilla para jueces de distrito en cinco materias especializadas (civil, mercantil, mixto, fiscal y trabajo) con 63 candidatos para votar a nueve, cinco mujeres y cuatro hombres.

El elector deberá elegir a 35 nombres entre 298 candidatos.

Seamos honestos: La gente no tiene ni el tiempo ni el interés de investigar quiénes son los individuos que aparecerán en la boleta. Su voto vale tan poquito que carecen de incentivos para informarse. Solo un puñado entiende la diferencia entre un juez, magistrado y ministro. Los avezados comprenden lo de las distintas materias jurídicas.

En suma, se trata de un ejercicio engorroso y enredado que desincentiva la participación.

Salvo, desde luego, la de grupos de interés que quieren que sus candidatos queden como juzgadores.

A los electores que movilice Morena o los sindicatos les indicarán previamente por quién hay que votar. No dudemos que hasta les den listas para copiarlas cuando estén dentro de la casilla.

En mi programa de televisión he dicho que no pienso asistir a legitimar este embuste. Yo no voy a perder mi tiempo un domingo para ir a una elección cuyo resultado está decidido previamente a favor de los candidatos que le convengan a Morena. También he expresado que estoy dispuesto a cambiar de opinión si alguien me presenta un buen argumento de por qué acudir. Por lo pronto, al ver cómo se definen los candidatos y el diseño de las boletas, cero me dan ganas de ir.

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