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Hiperaceleración: El gran reto

Vivimos tiempos extraordinarios. En apenas unos meses, el avance de la inteligencia artificial ha superado nuestras expectativas más audaces. ¿Estamos preparados para esta hiperaceleración?

Carlos  Dumois

DUEÑEZ* EMPRESARIA

Vivimos tiempos extraordinarios. En apenas unos meses, el avance de la inteligencia artificial ha superado nuestras expectativas más audaces. ¿Estamos preparados para esta hiperaceleración? La inteligencia artificial (IA) no está evolucionando, está explotando.

Hace un mes hablábamos de las nuevas funciones de ChatGPT, a inicio de semana de DeepSeek y ayer de Qwen 2.5. Si pestañeamos, nos quedamos atrás. Pero en esta revolución, no gana el más rápido, sino el que entiende cómo usar la tecnología para multiplicar su valor sin perder el rumbo ni su esencia.

El avance es vertiginoso y nos enfrenta a una paradoja: La IA promete hacernos más eficientes, pero ¿nos vuelve más inteligentes o más dependientes? Cada día delegamos más en algoritmos que piensan, organizan y deciden por nosotros. Ya no recordamos teléfonos, no nos orientamos sin GPS y dejamos que la IA escriba nuestras ideas. Si seguimos en esta inercia, ¿nos estamos potenciando o atrofiando? La pregunta no es tecnológica, sino existencial.

En Cedem lo tenemos claro: La IA ya no es opcional, es un imperativo estratégico. Pero no se trata solo de adoptarla, sino de integrarla con sentido. Las empresas que prosperarán no serán las que más rápido implementen nuevas herramientas, sino las que redefinan su visión en este nuevo contexto. La inteligencia artificial no debe ser un sustituto de nuestra capacidad de pensar, sino un multiplicador de nuestra creatividad, criterio y liderazgo.

En un mundo donde la tecnología avanza más rápido que nuestra capacidad de asimilarla, el verdadero reto de los dueños es mantener la relevancia. No basta con implementar IA en los procesos, hay que entender cómo esta impacta en la cultura, en la toma de decisiones y en la relación con clientes y colaboradores. La tecnología puede mejorar la eficiencia, pero requiere de un liderazgo estratégico que la guíe.

El rol del dueño hoy es más estratégico que nunca. No se trata solo de actualizar modelos de negocio, sino de cuestionarnos: ¿Cómo alineamos la IA con nuestra misión y valores?, ¿qué impacto tendrá en nuestra cultura organizacional?, ¿qué habilidades debemos desarrollar para liderar en esta nueva era?, ¿cómo aseguramos que la tecnología sea un medio y no un fin?

El desafío central no es solo resistir el cambio tecnológico, sino integrarlo con sentido y propósito. La tecnología debe ser un amplificador de nuestras mejores capacidades humanas: Creatividad, compasión, innovación y conexión significativa.

Porque lo que está en juego no es solo la competitividad, sino la permanencia. El mundo ya no se mueve a ciclos de décadas o años, sino de semanas. La capacidad de adaptación es el activo más valioso. Pero adaptarse no es seguir la corriente, es saber hacia dónde dirigirla.

No gana el más grande ni el más rápido, sino el que entiende mejor el juego. Y en este nuevo tablero, el liderazgo no es solo técnico, es estratégico. Es la habilidad de anticipar, cuestionar y decidir con visión de futuro.

El mayor riesgo no es quedarnos atrás en la carrera tecnológica. Es perder la capacidad de decidir hacia dónde queremos ir. No se trata de correr más rápido, sino de correr en la dirección correcta.

Estamos ante una encrucijada histórica. Podemos seguir reaccionando ante los avances tecnológicos con asombro y desconcierto, o podemos asumir el control de nuestra transformación. No podemos darnos el lujo de la pasividad, hay que acelerar el paso, pero con conciencia, con propósito y con la convicción de que la tecnología, bien utilizada, puede ser el mayor aliado para multiplicar el valor que generamos.

La IA no es una moda, es una realidad irreversible. No podemos dudar, pero tampoco podemos perder nuestra identidad en el proceso. Debemos avanzar con inteligencia, con sentido crítico y, sobre todo, con la claridad de que el futuro no se espera, se construye. ¿Estamos listos para hacer de la IA nuestro mejor aliado? La respuesta determinará quién sigue en el juego y quién solo será espectador de la historia.

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