Negociaciones con Trump
Si los países contra los cuales ha enderezado sus embates Trump formaran un frente común para oponerse a él tendrían más posibilidades de limitar sus excesos que si cada uno negocia con él en solitario.
De política y cosas peores
“Al fin, juntas otra vez”. Así les dijo Dulcibel a sus amigas al regresar de la luna de miel. Ellas se conmovieron: “Al fin juntas ¿nosotras?”. “No -aclaró ella-. Mis piernas”. (Cierta dama de mi ciudad solía decir: “Qué raros son los hombres. Nos miran las piernas a las mujeres, y luego es lo primero que hacen a un lado”). Monarcas cog… ha habido muchos a lo largo y ancho de la Historia. A mi memoria vienen cuatro, de España todos: El rey Rodrigo, por cuya cachondez entraron a la península los moros; Amadeo de Saboya, italiano él, que foll… sabrosamente en el despacho real, de modo que quienes esperaban audiencia en la antesala podían escuchar sus reales jadeos y pujidos; Alfonso XII, especializado en bailarinas y cantantes, y Juan Carlos I, que gustaba de andar en motocicleta, de matar elefantes y de la nalguita, no necesariamente en ese orden. Reyes sabios, en cambio, ha habido pocos. Carlomagno, bastante cachondo también, pues una cualidad no quita la otra; Alfonso Décimo y Carlos III, ambos también de España; San Luis Rey de Francia, y otros cuantos más que por su saber y santidad gozan de fama en muerte aunque no hayan gozado de cama en vida. (Una voz a mi espalda me dice: “La fama pa’ qué sirve”). Este deshilvanado exordio que no tiene la pretensión de ser histórico, sino verídico, me lleva a evocar un apólogo oriental -casi todos los apólogos son orientales; pocos hay del Poniente, Norte o Sur- según el cual un sapiente soberano dio a sus seis hijos una vara a cada uno, y les pidió que la partieran en dos, lo cual hicieron sin dificultad. Luego les entregó un haz de seis varas, y ninguno de ellos fue capaz de partirlo. Con eso les enseñó que nadie podría contra ellos si se unían en vez de jalar cada uno pa’ su santo. Eso de “jalar cada uno pa’ su santo” no lo dijo el sapiente soberano, pues no usaba expresiones del vulgacho; lo dije yo, que el otro día usé en esta columna el verbo “cog…” en vez de “hacer el amor”, y eso provocó una catarata de mensajes, la mitad a favor, la otra mitad en contra y la tercera con extensas consideraciones filosóficas que no supe si eran en contra o a favor. Tres mitades hubo, pues el debate fue muy amplio. Si los países contra los cuales ha enderezado sus embates Trump formaran un frente común para oponerse a él tendrían más posibilidades de limitar sus excesos que si cada uno negocia con él en solitario. No sé nada acerca de cuestiones internacionales -de nacionales tampoco sé, ni de estatales o municipales-, pero alcanzo a entender que la unión hace la fuerza, si me es permitida esa expresión inédita. Imagino un quimérico escenario en el cual llegaran a la Casa Blanca, juntos, los representantes de Canadá, México y China a tratar el asunto de los aranceles. Seguramente a Trump se le fruncirían el ceño y otra parte menos visible. Pero eso, para decirlo con el nombre de uno de mis personajes, Estaca Brown. ¿Terminarán alguna vez los devaneos de don Chinguetas, marido casquivano? Su mujer lo sorprendió ayer en el lecho conyugal refocilándose con dos pindongas, rubia una, pelirroja la otra. A nadie sorprenderá que la señora haya prorrumpido en dicterios contra su aleve esposo. Entre otras cosas lo llamó “ojo de pato”, pues con la furia se le revolvieron las vocales. Opuso el descarado en tono de queja: “No te doy gusto, mujer. Traigo amigos, te enojas. Traigo amigas, te enojas. ¿Quién te entiende?”. La aficionada a la astrología le preguntó a su vecino de asiento en el Bar Ahúnda: “¿Bajo qué signo fuiste concebido?”. Respondió el interrogado: “Según me contó mi mamá, bajo uno que decía: ‘No pise el césped’”. FIN.
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