De lo que no se habla
...si México quiere superar la “trampa de los países de renta media”, debe apostarle fuertemente a la educación.
Juegos de poder
Recapitulo los principales argumentos de mis dos últimos artículos. Primero, Estados Unidos ha dejado de ser un socio confiable para México. Ergo, nuestro País tiene que buscar un nuevo modelo de desarrollo económico que vaya más allá de la integración comercial con el vecino del Norte. Este asunto debe debatirse de inmediato, pero, lo que es un hecho es que, si México quiere superar la “trampa de los países de renta media”, debe apostarle fuertemente a la educación. Esto con el objetivo de elevar la productividad de sus trabajadores y el número de científicos que innoven e inventen nuevas tecnologías.
Si tuviera que resumir, y parafraseando a Bill Clinton, diría: “Es la educación, estúpido”.
El problema es que este tema ha desaparecido de la agenda pública.
Parece que a nadie le importa la educación.
Ni al Gobierno ni a los maestros ni a los padres de familia ni a los empresarios ni a los medios de comunicación.
¿De verdad estamos tan contentos con lo que tenemos?
Yo no.
Llevo años, desde que comencé mi carrera en los medios, tratando de posicionar el tema educativo como prioridad nacional. Reconozco que el Gobierno de Peña se atrevió a hacer cambios importantes. Introdujo un sistema meritocrático para el reclutamiento de los maestros y la posterior carrera magisterial. Le dio un gran énfasis a la evaluación como instrumento clave para tomar decisiones. Impulsó las escuelas de tiempo completo. Sacó al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) de los puestos directivos que había colonizado en la Secretaría de Educación Pública (SNTE). Enfrentó a la poderosísima Elba Esther Gordillo, lideresa del SNTE, a quien metió a la cárcel.
Obviamente, esta reforma tocó intereses muy poderosos, sobre todo de los líderes sindicales, tanto los del SNTE como los de la disidencia radical agrupados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Hoy sabemos que estos grupos apoyaron la candidatura presidencial de López Obrador quien, después de ganar en 2018, desmontó por completo la reforma educativa de Peña.
La educación se volvió a politizar. Porque esa ha sido la enfermedad educativa en nuestro País. Lo que les importa a los gobiernos es llevar la fiesta en paz con los maestros sindicalizados y beneficiarse de su apoyo político.
Como por arte de magia, las protestas magisteriales terminaron durante el sexenio de AMLO. Se reestableció la alianza política de maestros con el Gobierno en turno.
Hace poco, en el evento de los primeros 100 días de la presidenta Sheinbaum, lo vimos con claridad. Una parte importante del Zócalo capitalino estaba ocupada con maestros de la SNTE quienes demostraron su apoyo a la mandataria como en las viejas épocas del PRI.
No puedo dejar de mencionar de que, aparte de desmantelar la reforma de Peña, López Obrador modificó el modelo educativo e introdujo nuevos contenidos en los libros de texto gratuito. El asunto generó controversia porque, en pleno siglo XXI, se privilegió un currículum de adoctrinamiento ideológico en detrimento de los temas científicos y matemáticos.
Por lo que se ve, Sheinbaum ha decidido no entrarle al tema educativo. Parece a gusto con el estatus quo. Como titular de la SEP escogió a un político, nada menos que al ex dirigente nacional de Morena, demostrando así sus prioridades.
Es una pena.
Primero, por el perfil de la Presidenta. Siendo una científica, con larga carrera universitaria, uno esperaría que tuviera un especial interés por mejorar la educación. Si alguien entiende la importancia de ésta para la movilidad social, es ella.
Ni se diga para enfrentar los retos del siglo XXI con sus nuevas tecnologías como la inteligencia artificial. Agréguese el enorme desafío económico que tenemos enfrente. Retomo el momento que estamos viviendo. Estados Unidos ha dejado de ser un socio confiable y debemos superar la trampa de los países de renta media. México, por tanto, tiene que apostarle a la educación como instrumento para mejorar su productividad y competitividad.
Claudia Sheinbaum, a diferencia de sus antecesores, tiene el poder que se necesita para lograr el apoyo de los sindicatos. No se trata de pelearse con ellos sino de incorporarlos a un proceso de cambio. Dirán que no está en su interés cuando el principal tema de la agenda pública es enfrentar a Trump. Cierto. Pero el reto del Presidente de Estados Unidos implica buscar nuevas alternativas de desarrollo económico y eso, inevitablemente, pasa por mejorar la educación en el País. Aunque nadie quiera hablar de eso.
Leo Zuckermann
X: @leozuckermann