Piroceno

CRITERIO

Se sabe que, por primera vez en la historia de la Tierra, el peso de lo fabricado por el hombre superó en el 2020 al peso de todos los seres vivos juntos, de allí que, si bien la era de nuestro planeta por la que hoy atravesamos se llama “Holoceno” se ha propuesto que esta está ya quedando atrás y hemos entrado en una nueva era, el Antropoceno, nombre debido a que la actividad humana ha impactado significativamente sobre las condiciones del planeta. Pero resulta que un creciente segmento de los analistas propone que, dentro de esta última era cabría anotar una “subépoca” a llamarse “Piroceno”, pues si bien es característico del Antropoceno que lo artificial supera ya a lo natural, hoy el fuego y su calor, en buena medida resultado de la intervención del hombre sobre la naturaleza, vienen siendo un marcador de los últimos años.

El profesor emérito de la Universidad del Estado de Arizona (ASU, por sus siglas en inglés), Stephen Payne, experto en la historia del fuego -y que por cierto uno de sus muchos libros se intitula “Cinco soles: La historia del fuego en México” que pronto será traducida al español por editorial La Cigarra- ha dejado así grabadas estas palabras en una conversación: “Si sumamos todos los efectos, directos e indirectos: El hielo que se desprende por el fuego, las áreas que se queman, las migraciones biogeográficas a medida que las biotas se mueven para adaptarse a las condiciones cambiadas, los impactos colaterales con cuencas hidrográficas y atmosféricas dañadas, el desmoronamiento de los ecosistemas, el poder omnipresente del cambio climático, el aumento del nivel del mar, una extinción masiva, la alteración de la vida y los hábitats humanos, el resultado es una pirogeografía que se parece inquietantemente a una era de hielo para el fuego. Tenemos un Piroceno en maduración. Si lo dudas, pregúntale a California”.

Pero no solo a California, por supuesto, pues basta simplemente saber del número de incendios forestales registrados solo en 2024 en algunos países sudamericanos (los primeros cinco y en números redondos): Brasil 280 mil incendios -de hecho, primer lugar mundial-, Bolivia 90 mil, Venezuela 44 mil, Argentina 31 mil y Paraguay 23 mil. Y en México, también solo en 2024, se reportaron 8 mil incendios forestales que abatieron un millón 700 mil hectáreas, en promedio 208 hectáreas consumidas por cada incendio, cifras que superaron en esas tres mediciones a las de 2023.

La mayor pérdida de árboles registrada en 2023 ocurrió, en orden decreciente, en Rusia, Australia y Canadá. A nivel mundial se perdieron, por incendios forestales, dos millones de hectáreas en 2001, 6.6 millones en 2013 y 9 millones de hectáreas en 2023: Más claro empeoramiento progresivo no puede haber. En todos los continentes hay una gran y creciente devastación de la flora por incendios forestales; realmente el mundo arde hoy mucho más que en décadas pasadas.

Un estudio reciente publicado en Science mostró que las emisiones de bióxido de carbono a partir de incendios forestales a nivel global han aumentado un 60% a partir de 2001, y en algunos sitios del hemisferio Norte se han triplicado. Pero más allá de la pérdida de árboles, la carbonización atmosférica y demás contaminantes ambientales, están el aumento de la temperatura global con sus afectaciones secundarias en sequías y daños a la salud y al bienestar general de muchas poblaciones, también los deshielos en las regiones polares y sobre todo la pérdida directa e indirecta de vidas humanas y de hogares, así como los problemas secundarios sobre desplazamientos de grandes poblaciones y migración humana forzada. “Piroceno”, pues, parece ser un nombre adecuado -dentro o fuera del Antropocenopara esta época que nos toca vivir….pero sobretodo resolver.

Hoy, como nunca antes, el cuidado del medio ambiente nos grava la conciencia.