La narrativa de López Obrador y la oposición
Las fuerzas de la oposición representadas en el PRI y el PAN, el PRD ya no existe, y el MC, es un caso aparte, mantienen un discurso de crítica al Gobierno que no construye una narrativa. Su crítica, la más de las veces, fundada en buenas razones, no permea en los sectores más amplios de la sociedad, que se identifican con la narrativa del oficialismo.
![Rubén Aguilar](https://author-service-images-prod-us-east-1.publishing.aws.arc.pub/elimparcial/011c57f5-32eb-42fd-9fbf-719f8cf0d696.png)
El candidato Andrés Manuel López Obrador, con su narrativa en contra del PRI y el PAN, tuvo éxito a la tercera vez que se presentó a las urnas, en las primeras dos con esa misma perdió, pero con 18 años de campaña un grupo cada vez más amplio de seguidores se identificó con ella.
En la realidad política nacional había un ambiente anímico, para que esa narrativa se viera con simpatía y se impusiera. Había un rechazo al PRI, a la corrupción y frivolidad de sus gobernantes, representada por el presidente Peña Nieto (2012-2018), que se encargó de exacerbarlas.
Y una decepción de los gobiernos del PAN de Fox Quesada (2000-2006) y Calderón Hinojosa (2006-2012), que despertaron grandes expectativas de cambio, que no se hicieron realidad.
Ya en el Gobierno no tuvieron un gran proyecto de cambio que no fuera una mayor honradez y una mejor administración de la gestión pública.
En 2018, después de casi 20 años de repetirla, la narrativa de López Obrador, resonó para la mayoría de los electores en el contexto de una sociedad harta y decepcionada con los gobiernos del PRI y el PAN, sin importarles que López Obrador, y la mayoría de las y los cercanos a él, vinieran del partido que había estado 80 años en el poder. Sin importarles que estos tuvieran los mismos vicios, las mismas costumbres y los mismos métodos de trabajo.
Ya en la Presidencia, López Obrador, a través de una poderosa estrategia de comunicación, cuyo eje central fue su comparecencia mañanera diaria, que después replicaban todos los medios de comunicación, y una serie de programas sociales clientelares, todos con un cheque personal por delante, consolidó la narrativa y obtuvo cada vez más adeptos, al tiempo que muy ideologizados.
El éxito de la narrativa de López Obrador y su estrategia de difusión y cooptación, vía los programas sociales, están a la vista y no se pueden negar. Sin estos no se puede explicar el triunfo de la candidata de Morena-PVEM-PT, la ahora presidenta Claudia Sheinbaum (2024-2030).
Ella todos los días, desde una estrategia semejante a la de su mentor y antecesor, alimentada a las bases afines al Gobierno. Está en lo suyo. Queda por ver si tendrá el mismo resultado con el paso de los próximos meses y años de su gestión.
Frente a esta realidad, las fuerzas de la oposición representadas en el PRI y el PAN, el PRD ya no existe, y el MC, es un caso aparte, mantienen un discurso de crítica al Gobierno que no construye una narrativa. Su crítica, la más de las veces, fundada en buenas razones, no permea en los sectores más amplios de la sociedad, que se identifican con la narrativa del oficialismo.
El PRI y el PAN, si quieren poner freno a su caída en la intención del voto, y hacerse de nuevos simpatizantes y recuperar los que han perdido o se han ido a Morena, deben de abandonar su actual discurso de crítica al Gobierno y construir una narrativa, que contemple un proyecto de Gobierno alternativo al que ahora apoya la mayoría de las y los mexicanos. De eso escribo en un próximo artículo.
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