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Ayer no fue un buen día

Repito, y perdón, estimado lector, seguiré reiterando que, con Donald Trump hay que seguir el lema de Alcohólicos Anónimos: “Un día a la vez”.

Leo Zuckermann

Juegos de poder

Repito, y perdón, estimado lector, seguiré reiterando que, con Donald Trump hay que seguir el lema de Alcohólicos Anónimos: “Un día a la vez”.

Un día impone aranceles generalizados, al siguiente los pospone por un mes y, luego, sin respetar su promesa, decreta un arancel del 25% para las importaciones de acero y aluminio que provienen de todos los países, incluyendo México.

No es la vez que Trump impone aranceles a estos productos. En su primer mandato, en marzo de 2018, el entonces Presidente de Estados Unidos anunció una medida similar, aunque diferenció la tarifa a 25% al acero y 10% al aluminio. La justificó por “motivos de seguridad nacional”.

Sin embargo, Trump exentó temporalmente a México, la Unión Europea y Canadá. Les dio un plazo hasta el primero de junio de ese año para llegar a un acuerdo. Cumplido el plazo, el secretario de Comercio estadounidense, Wilburg Ross, anunció que los aranceles entrarían en vigor.

Aquí viene lo bueno porque México, de inmediato, reaccionó frente a este intento unilateral que violaba el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, entonces en vigor.

El Gobierno de Peña afirmó que los aranceles no se justificaban “bajo el criterio de seguridad nacional”. Ergo, nuestro País decretó aranceles de represalia a importaciones de Estados Unidos: “Aceros planos (lamina caliente y fría, incluidos recubiertos y tubos diversos), lámparas, piernas y paletas de puerco, embutidos y preparaciones alimenticias, manzanas, uvas, arándanos, diversos quesos, entre otros, hasta por un monto equiparable al nivel de la afectación”.

Las represalias estarían vigentes hasta que Estados Unidos eliminara los aranceles al acero y aluminio. México, además, demandaría a su vecino del Norte frente a la Organización Mundial de Comercio (OMC) por incumplimiento de lo pactado.

Hay que destacar la labor de la Secretaría de Economía de entonces, dirigida por Ildefonso Guajardo, que tenía un plan de qué aranceles poner en represalia para que les doliera a sectores económicos de Estados Unidos que se verían afectados y saldrían, de inmediato, a presionar a su Gobierno para echar atrás las tarifas al acero y aluminio. Sectores, como el agropecuario, bien organizados y con la capacidad de cabildear en Washington.

Mientras tanto, seguían las negociaciones para un nuevo Tratado de Libre Comercio que finalmente se firmó el último día de la administración de Peña y entró en vigor el primero de julio de 2020 ya ratificado por los poderes legislativos de México, Estados Unidos y Canadá.

Fue hasta mayo de 2019, ya en el Gobierno de AMLO, que Estados Unidos y México llegaron a un acuerdo para eliminar los aranceles que se habían impuesto, tanto los de acero y aluminio, como los de las represalias. Ambas naciones se comprometieron a terminar con los litigios pendientes entre ellos en la OMS.

Se acordó, además, implementar medidas para “prevenir la importación de aluminio y acero que esté injustamente subsidiado y/o vendido a precios de dumping” y “prevenir el transbordo de aluminio y acero fabricados fuera de México o Estados Unidos al otro país”. Para tal efecto, se monitorearía el comercio de aluminio y acero entre las dos naciones. En caso de que las importaciones de estos productos aumentaran significativamente de manera súbita, se impondría de nuevo los aranceles, previa consultas entre los gobiernos.

Obviamente, a Estados Unidos le preocupaba que China estuviera triangulando acero y aluminio a través de México.

¿Ocurrió eso entre 2019 y 2024?

Hay sospechas al respecto.

No es gratuito que, en febrero del año pasado, la Cámara Mexicana de la Industria del Hierro y Acero sacara un comunicado donde tajantemente negaran prácticas de comercio desleal: “Hemos trabajado de la mano con la Secretaría de Economía para salvaguardar el mercado de acero de Norteamérica, por lo que resulta completamente fuera de la realidad decir que México es un puente de triangulación de productos de acero chinos a Estados Unidos, y peor aún, que existe falta de cooperación”.

Las cifras de las propias autoridades estadounidenses le daban la razón a la Canacero.

Pero los datos son lo de menos para el Gobierno de Trump. Ayer, Peter Navarro, principal asesor comercial de Trump, dijo que “los aranceles 2.0 al acero y aluminio pondrán fin al dumping extranjero, impulsarán la producción nacional y asegurarán nuestras industrias del acero y el aluminio como columna vertebral y pilares de la seguridad económica y nacional de Estados Unidos”.

Es una medida de proteccionismo comercial.

Mal día, pues, el de ayer. Será muy interesante e importante ver cómo reacciona el Gobierno de México frente a este nuevo desafío.

Leo Zuckermann

X: @leozuckermann

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