Mutismo cómplice
Hoy en México vivimos algo semejante, las organizaciones empresariales están rendidas, su mutismo y conducta es ignominiosa, los medios masivos de comunicación se encuentran callados y colonizados por personajes amaestrados que, con argumentos insostenibles, disculpan el golpe a los poderes republicanos, adulan el absolutismo, presumen la incompetencia y festejan la corrupción o nepotismo.
El silencio político-social que vive México es muestra de algo más que temor, es la condición servil de organizaciones donde la cobardía toma el mando, instituciones que nacieron libres hoy se encuentran subyugadas por el poder.
En la Italia fascista los sindicatos afines al régimen fueron ganando significación, los disidentes eran violentamente aniquilados, la corriente que comulgaba con Mussolini fue arrebatando espacios y el dirigente se convirtió en común denominador de un país crispado que experimentaba una disputa política ahondada por el miedo.
En 1922 los sindicatos socialistas convocaron a una huelga general, esta resultó una decepción, el descalabro al interior de las organizaciones obreras era irremediable, los gremios de orientación socialista o católica fueron arrollados por las huestes fascistas, todas las entidades obreras cercanas a Mussolini se convirtieron en protagonistas de la ideología y las formas imperantes.
La autoridad de corporaciones estatales como el transporte o el correo quedaron en manos de los sindicatos fascistas, estas entidades se deterioraron precipitadamente, por otra parte, el aumento de la criminalidad en el país fue en peligroso ascenso, adicionalmente, cualquier propósito por dominar aquel ímpetu fascista naufragaba.
Benito Mussolini había convencido a todos que él era la solución advirtiendo que el caos se apoderaría de Italia en su ausencia, burló a los monárquicos asegurándoles que sus expresiones republicanas eran una simulación, a los liberales los animó a organizarse bajo su tutela en el parlamento, explotando el miedo y la mentira apuntaló su yugo.
Transcurrieron semanas de siniestros absurdos, ensayó una gigantesca escenificación anclada en la intimidación que bautizó teatralmente como La Marcha sobre Roma, las imponentes columnas de Camisas Negras se hicieron visibles emulando las legiones del Imperio Romano, el pasado imperial y su efectismo agrandaba la pedantería nacionalista de Mussolini.
El horror y el desconcierto se apoderó del alma italiana, esta arrogancia fascista constituyó el acto final para una nación rendida y acobardada que se entregó silente al desvarío, que acabaría en un desastre colosal 23 años después.
Hoy en México vivimos algo semejante, las organizaciones empresariales están rendidas, su mutismo y conducta es ignominiosa, los medios masivos de comunicación se encuentran callados y colonizados por personajes amaestrados que, con argumentos insostenibles, disculpan el golpe a los poderes republicanos, adulan el absolutismo, presumen la incompetencia y festejan la corrupción o nepotismo.
La indecorosa subordinación del sindicalismo mexicano es aberrante, mudos testigos ante el robo de los fondos obreros del Infonavit, latrocinio que sacrifica al trabajador para proteger a los líderes que hacen gala de los contubernios, lujos y corrupción.
El disimulo y omisión de los dirigentes sindicales es despreciable, nada importa, el destino de los ahorros logrados por años de esfuerzo por millones de trabajadores serán dilapidados por el Gobierno que devora recursos en un derroche criminal.
Al igual que en la Italia de Mussolini, el silencio y la cobardía de muchos es atizada por el temor, el oportunismo, la arrogancia y la debilidad institucional, el mismo talante medroso que conduce a la instauración de un régimen similar al que destruyó Italia y que encontró en el mutismo cómplice de los líderes obreros su basamento.
Álvaro Lozano en: Mussolini y el Fascismo Italiano lo explica: “Uno de los mitos centrales del fascismo fue su asalto al poder en octubre de 1922. Sin embargo, la realidad es que el poder les fue entregado en bandeja: Lo que sucedió no fue una revolución, sino un compromiso autoritario que estableció una dictadura fundamentalmente política, presidida por un sistema institucional semipluralista”.
El triunfo de la cobardía y el silencio, mientras nefastos y pusilánimes están al mando.