Negociar con el muro
¿Qué quiere Trump? Es casi imposible contestar, en parte porque hay mucho desorden en el nuevo gabinete...
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Ana María Salazar
Se entiende la zozobra por parte del Gobierno de Canadá y de México después de los resultados de las conversaciones de esta semana con el Gobierno de los Estados Unidos. ¿Qué quiere Donald Trump? ¿Cómo satisfacer sus demandas para que no imponga aranceles y detener una guerra comercial con un impacto catastrófico en la economía de los tres países miembros del T-MEC? Seguramente es particularmente frustrante para el mismo primer ministro Justin Trudeau, quien asegura que sólo el 1% del fentanilo que se consume en Estados Unidos proviene de Canadá, pero aun así él había nombrado un zar para coordinar el esfuerzo a fin de detener el tráfico del fentanilo. En los últimos años, las quejas por parte de los Estados Unidos en contra de Canadá estaban mucho más enfocadas en diferencias de cómo implementar el acuerdo comercial. Canadá y Estados Unidos eran hermanos cercanos.
En cambio, en el caso de México y Estados Unidos se vivía, desde hace varios años, una relación de vecinos distantes, muy distantes, debido en parte por la mal llamada estrategia de “abrazos y no balazos” del sexenio pasado -permitiendo que organizaciones criminales prosperen y envíen fentanilo a los Estados Unidos e incrementen el control territorial facilitando el tráfico de personas al vecino del Norte. Como parte de su campaña de presión, el Presidente republicano por fin catalogó a las organizaciones criminales como terroristas como un mecanismo para no sólo presionar a las autoridades mexicanas, sino también sancionar las empresas, partidos políticos, entes financieros y personas que de una forma u otra apoya, financia, simpatiza -directa o indirectamente, estos “nuevos “grupos terroristas en México y en los Estados Unidos.
Inclusive, los canadienses se subieron al mismo tren de sanciones, prometiendo perseguir y sancionar como terroristas, miembros del crimen organizado mexicano. Por eso no sorprende la molestia del Gobierno de Canadá cuando se le compara con el México. Canadá no tiene los mismos problemas de violencia y tráfico de fentanilo y si tiene la voluntad política de colaborar con los Estados Unidos. En cambio, México, desde hace más de un sexenio, no sólo perdió la voluntad política, sino la confianza de sus contrapartes estadounidenses. Y es por esta falta de confianza que Estados Unidos recurre a presiones y sanciones.
Pero, el tratar a Canadá y México como iguales en materia de negociación arancelaria y la eventualidad de que ambos países enfrenten sanciones, a pesar de las marcadas diferencias, sí es una clara señal de que Trump usa las amenazas como una forma de negociar. En el caso de México, Trump amenaza a los funcionarios por sus vínculos. En el caso de Canadá, Trump -el bully- continúa llamando al primer ministro Trudeau como el “gobernador” del Estado 51 de la Unión Americana.
Pero la pregunta sigue siendo ¿Qué quiere Trump? Es casi imposible contestar, en parte porque hay mucho desorden en el nuevo gabinete, debido en parte por las confusas posiciones del mismo Presidente, la poca experiencia en el ramo de seguridad además de los miles y miles de funcionarios que han sido despedidos, gracias a Elon Musk.
Y a diferencia de Canadá que llegó a sus reuniones en Washington con las manos vacías, el equipo mexicano llegó con las manos llenas: Un paquetote de 29 individuos que fueron extraditados ese mismo día a los Estados Unidos, horas antes de las reuniones entre ambos países. Entre los 29 extraditados se encuentra el legendario asesino Caro Quintero, acusado de torturar y matar hace 40 años al agente de la DEA Enrique Camarena.
Este trato igual a Canadá y México es una señal de que Trump y su equipo no negocian de buena fe. ¿Qué más se le puede entregar a Trump para que desista en la imposición de aranceles? Esta tal vez es la pregunta fundamental del día de hoy. Parecería que Trump impondrá, en principio, aranceles a productos mexicanos y canadienses sin importar el esfuerzo de los países por convencerlo. Lo que está pasando en este momento es que Trump y su equipo estarían evaluando el impacto inicial de los aranceles y si podrá la Casa Blanca aguantar las presiones económicas y políticas de una estrategia que tiene serias fallas desde su inicio. Todos se lo han dicho: Incrementar aranceles encarecerá a corto plazo los productos de consumo diario e incrementará la inflación.
En las siguientes semanas más que negociar y enviar “regalos”, perdón extraditados, hay que aguantar, poner cara de paciencia ante los arrebatos desde la Casa Blanca.
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