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Niñez excluida

Existe un brote de sarampión en Texas, el fallecimiento de un niño expone la gravedad y la urgencia, no hay un posicionamiento oficial acompañado de una política para atenderlo, tenemos una frontera común.

Joaquín  Robles Linares N

La población mexicana se veía afectada por epidemias que se consideraban recurrentes, remotos testimonios describen la presencia de afecciones por detallados informes administrativos relatando las experiencias que dejaban en la población estos padecimientos.

Enfermedades gastrointestinales que derivaban en diarreas y fiebres, la sífilis ocupaba una mención notable, en la época se le conocía como mal gálico o mal francés, la tisis será otra calamidad citada, después se identificaría como tuberculosis pulmonar.

Aunada a estas enfermedades la viruela acometía a los habitantes con brutalidad, deformaba rostros y dejaba terribles secuelas en la población, los relatos explican los sufrimientos durante aquellos tiempos de desasosiego y orfandad institucional.

Vivir en comunidad nuestras regiones trajo avances notables, sin embargo, esa cercanía social incluía convivir en recintos religiosos cerrados donde se celebraran homilías así como rituales propios del calendario católico, esto contribuyó a que se congregaran contagiándose unos a otros.

Muchos de los enfermos en su angustia por salvar la vida, huían al monte para estar alejados y no contagiar, en su zozobra convalecían en solitario cerca de arroyos o ríos, en un desesperado intento por salvar la vida.

Las epidemias eran recurrentes, las autoridades identificaban la regularidad de la viruela en ciclos de nueve años, la muerte dejaba una contabilidad temporal y el presagio de su aparición llenaba aquella documentación.

A inicios del siglo XIX, una expedición del médico militar español, Francisco Balmis (1753-1819), y patrocinada por Carlos IV llevó la vacuna para la viruela a los territorios de la Corona española, en 1803 arribaría a la Nueva España, 22 niños huérfanos servirían de heroicos reservorios para pasar el suero brazo a brazo durante la travesía, reproducirlo e inocularlo en la población novohispana.

La primera avanzada de esta vacuna llegó a nuestro territorio Sonora-Arizona en 1805, una pequeña inmunización sería la luz de un tiempo oscuro, al inicio existieron reticencias en su aplicación, estas desaparecieron en función de los resultados.

Los primeros reportes oficiales del sarampión en Sonora aparecen en 1806, un padecimiento cíclico con una sobrecogedora diferencia, la población más vulnerable eran los niños y el trato institucional era diferente al de la viruela, defunciones dramáticas pero sin afectaciones económicas, a pesar de la tragedia se advierte el comportamiento oficial desigual.

Las muertes por sarampión se convirtieron en una funesta constante durante siglos, el aislamiento del virus se logró en 1954 y la vacuna se aplicó en México de forma intensiva a partir de 1970, en pocas décadas de inmunización generalizada se logró la erradicación de la enfermedad.

México se convirtió en un ejemplo de inmunización, a esto contribuyó una estrategia de largo plazo y una política pública permanente en beneficio de la niñez.

Actualmente los índices de vacunación en el País se han desplomado y la indiferencia de las autoridades es manifiesta.

A pesar de las múltiples evidencias ante los fallos e insuficiencias institucionales, la política de salud del régimen es semejante a las de las autoridades coloniales, los niños no importan ya que no votan ni protestan y no generan recursos económicos, para muestra los afectados por el cáncer infantil.

Existe un brote de sarampión en Texas, el fallecimiento de un niño expone la gravedad y la urgencia, no hay un posicionamiento oficial acompañado de una política para atenderlo, tenemos una frontera común.

La salud en México está devastada, los médicos y personal se encuentran extenuados y en protestas ante el desastre de las instituciones. Vivimos un presente anormal, autoridades ausentes e incompetentes junto a legiones de anti vacunas desperdigando desinformación.

Para este régimen los niños no importan.

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