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Dos malos días

Este columnista ha decidido analizar los dichos y hechos de Donald Trump siguiendo el lema de los Alcohólicos Anónimos: “un día a la vez”.

Leo Zuckermann

Juegos de poder

Este columnista ha decidido analizar los dichos y hechos de Donald Trump siguiendo el lema de los Alcohólicos Anónimos: “un día a la vez”.

Hay días buenos, regulares y malos. El martes fue pésimo: Impuso un arancel generalizado de 25% a las importaciones mexicanas. Fue al Congreso a presentar su mensaje anual a la nación y reiteró que su vecino del Sur, es decir nosotros, estamos controlados por el crimen organizado, lo cual representa un problema de seguridad nacional para ellos.

La entrada en vigor de los aranceles generó caos en la frontera entre los dos países. Un par de agentes aduaneros me dijeron que no sabían qué hacer para procesar los nuevos impuestos a las exportaciones mexicanas.

Ayer miércoles fue un día diferente. Muchos los consideraron bueno porque Trump anunció una prórroga de los aranceles para la industria automotriz después de platicar con los directores generales de los tres armadores estadounidenses. Tendrán hasta el 2 de abril para ingresar sus productos libres de gravámenes.

También ayer la secretaria de Agricultura de Estados Unidos informó que Trump estaba considerando exentar a los insumos agropecuarios de la carga arancelaria.

No concuerdo con los que piensan que estas son buenas noticias para México. Las posibles prórrogas o exenciones de ciertos sectores otorgan un alivio temporal a los beneficiarios. El punto es la temporalidad: Igual y llega el 2 de abril y se sostiene, igual y no.

¿De qué depende?

Del humor de Trump a quien le encanta generar caos como arma de negociación.

En México ya llevamos varios meses viviendo con la Espada de Damocles de los aranceles sobre nuestra cabeza. Esto genera una enorme incertidumbre que está afectando las decisiones de inversión del sector privado. El propio Gobierno de México ha reconocido que existe una pausa natural por la falta de certeza de cómo entrarán los productos nacionales a su principal mercado que es Estados Unidos.

La consecuencia es que nos dirigimos a una recesión. Ya el Producto Interno Bruto de México tuvo un retroceso en el último trimestre del año pasado. Por los indicadores adelantados, parece que también habrá crecimiento económico negativo este primer trimestre de 2025. Si es así, técnicamente el País estaría entrando en una recesión. Una pésima noticia.

Y tampoco se ve claro que haya un plan para prender otros motores de la economía ahora que las exportaciones estarían sufriendo de una alta incertidumbre.

La triste realidad es que dependemos de Trump quien ha dicho muy claramente lo que quiere: Que la industria automotriz se traslade a producir a Estados Unidos. En eso no puede haber dudas porque así lo ha repetido en diversas ocasiones. Ayer mismo, la vocera de la Casa Blanca dio a conocer que Trump les pidió a las automotrices que trasladen su producción a ese país “donde no pagarán aranceles”.

Trump quiere arrebatarnos el principal sector exportador que tiene México: El de automotores. Es una promesa que le hizo a parte de su electorado (trabajadores de cuello azul de esa industria) y parte de la falaz concepción de que Estados Unidos tiene que volver a producir bienes industriales donde ya no es competitivo. Ayer, en su discurso el Congreso, habló de la necesidad de construir astilleros que produzcan barcos como sucedía en el pasado.

Pero hay otro factor político en toda esta historia de los aranceles. A Trump le encanta el poder. Y qué mejor que imponer tarifas para que los capitanes de la industria estadounidense vayan corriendo a rogarle que los exente de dichos tributos. De lograrlo, todos le deberían un favor al Presidente. Ahora son los del sector automotriz y agropecuario. Mañana habría cola en la Casa Blanca para solicitar lo mismo.

Es lo que pasa cuando los políticos se ponen a jugar con la economía de libre mercado. Adquieren un poder enorme que inevitablemente acaba favoreciendo a los capitalistas cuates del Gobierno. Vaya que conocemos este fenómeno en México donde muchas de las grandes fortunas del País están fincadas en el capitalismo de compinches.

No por nada admira Trump a Putin, el hombre más poderoso de Rusia y presumiblemente el más rico de ese país, que controla a una reducida oligarquía económica. En lugar que sea el libre mercado el que premie o castigue a los empresarios, el Gobierno acaba siendo el que dispensa favores a sus amigos beneficiándolos con miles de millones de dólares de ganancias.

En suma, mal día el martes y también el miércoles. Las prórrogas y exenciones no resuelven el problema económico de México. Al revés, lo agudizan por los efectos que tiene la incertidumbre.

Leo Zuckermann

X: @leozuckermann