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Mirador

Las muchachas de Ábrego nos piden esas rosas para formar con ellas sus ramos de novia, y las niñas cortan los capullos el día de la Virgen para ponerlos a los pies de su imagen en la pequeña capilla del lugar. Yo miro este rosal por mi ventana, y mi ventana se vuelve un cuadro de Manet.

Armando  Fuentes Aguirre

Este rosal de la Virgen me gusta por dos razones: Porque es rosal y porque se llama de la Virgen.

Trepa por la pared del jardín este rosal, y da pequeñas rosas blancas que parecen cada una un copo de nieve. Al atardecer las flores exhalan un perfume suave, y su aroma es como una caricia en el viento del día que se va.

Las muchachas de Ábrego nos piden esas rosas para formar con ellas sus ramos de novia, y las niñas cortan los capullos el día de la Virgen para ponerlos a los pies de su imagen en la pequeña capilla del lugar. Yo miro este rosal por mi ventana, y mi ventana se vuelve un cuadro de Manet.

A veces paso cerca del rosal, y cuando regreso a la ciudad llevo conmigo el recuerdo de su perfume y su blancor. ¡Hasta mañana!

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