¿Por qué la mujer es más resiliente que el varón?
Ella enfrenta mejor las condiciones hostiles o amenazadoras y en general el sufrimiento...

CRITERIO
Para ubicarnos bien es necesario primero coincidir en dos puntos: Estar de acuerdo en lo que significa resiliencia y entonces preguntarnos de dónde viene que ella lo es más que él. Si bien es cierto que la cualidad de ser resiliente ha sido objeto de significados diversos mientras se populariza correctamente, la idea formal de resiliencia no ha variado y su concepto “de diccionario” sigue siendo el mismo: Resiliencia es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos (RAE). Aplicado a nuestro tema, decir que la mujer es más resiliente que el hombre significa que ella enfrenta mejor las condiciones hostiles o amenazadoras y en general el sufrimiento, aunque no todas en la misma medida ni con igual fortaleza pero sí, en general –repito- mejor que el común de los hombres. Se han escuchado a lo largo del tiempo mil explicaciones acerca del porqué de esta cualidad femenina pero nunca se había si quiera esbozado que esta ventaja de la mujer podría tener cierta relación con su propia biología, concretamente con su particular condición genética de ser precisamente de su propio sexo, que tiene una predisposición genéticamente establecida para ser más resiliente. Y bueno, pues así es la biología, nos marca a unas y otros con diferencias que –y esto es muy interesante- no solo son estructurales, anatómicas, sino también funcionales y, para nuestro asunto en esta columna, también sicológicas: No digo nada nuevo, excepto en lo referente a la resiliencia. De dónde viene todo esto puesto que decir algo así no puede ser explicado sino sólo a partir de una demostración basada en hechos y reproducible en pruebas correspondientes. Claro, así como la mujer no es igual al varón nos queda claro que las personas no somos iguales a los animales, y lo digo así aquí porque la explicación a este asunto, tal y como ha sucedido con muchas otras realidades, proviene de estudios científicamente diseñados. El pasado día 5 de este mes apareció en la revista Science Advances la publicación del diseño y resultados de un estudio hecho en ratones hembras y machos y de diferentes grupos de edad que fueron sometidos a un entrenamiento para resolver su tránsito por un laberinto (todo laberinto es un reto cuando uno tiene que encontrar la salida sin haber nunca sabido por dónde ir y mucho menos por dónde salir) pero para todo esto -y como el reto era encontrar las diferencias entre ratonas y ratones y entre jóvenes y viejos- y como el sexo, el envejecimiento y la duración de la vida están determinados en y por los genes que a su vez se encuentran ordenados dentro de los cromosomas y que los ratones machos tienen -al igual que los hombres- un cromosoma X y otro Y, y el primero (el X) es un cromosoma activo, en tanto que las hembras -al igual que las mujeres- tienen dos cromosomas X siendo uno activo y el otro inactivo (o “dormido”, cuyos genes teóricamente no se pueden expresar), pues a un grupo de científicos se les ocurrió activar los genes del cromosoma inactivo en células de ciertas regiones del cerebro que rigen la memoria y el aprendizaje en los ratones. Pues resultó que un gen del cromosoma inactivo de las ratoncitas de edad más avanzada logró ser activado de manera tal que les fue mejor en el experimento de los laberintos. El resultado obtenido es el inicio de lo que podría ocurrir igualmente en la mujer de edad avanzada pues hemos de saber que ella tolera mejor la amenaza del envejecimiento cerebral, como en la enfermedad de Alzheimer, a pesar de que en la mujer es mayor la incidencia de este trastorno que en el varón. Este resultado no sólo explicaría el motivo de la mejor resiliencia en la mujer sobre la del hombre sino que abre la puerta para buscar alguna modalidad de terapia génica que logre un mejor desempeño cerebral ante varias amenazas de salud o frente a la natural amenaza del propio envejecimiento. Así como ha ocurrido con este estudio que por cierto ameritó años de preparación y de trabajo en equipo, así –repito- es como el desarrollo científico, gracias a Dios, se va construyendo en áreas muy concretas del conocimiento para el bienestar humano, y disponible -ojalá- para todos. *
Jesús Canale
Médico cardiólogo por la UNAM. Maestría en Bioética.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí