Ellos también la riegan

CRITERIO

La Fundación Signal es una organización sin fines de lucro sostenida por donaciones de fuente abierta que promueve y desarrolla la red social pública e independiente “Signal app” dedicada a la mensajería digital y que se proclama más segura y mejor encriptada que el común de redes similares, como Whatsapp por ejemplo.

Pues muy bien, fue precisamente a través de esta red social que un grupo de funcionarios del más alto nivel del equipo de gobierno de Donald Trump, mensajearon información de carácter secreto la cual fue prontamente hecha pública pues el organizador del “chat”, Michael Waltz, asesor de Seguridad Nacional, añadió por error (¿será?) al jefe de redacción de la revista The Atlantic, Jeffrey Goldberg, que publicó sin retraso el lunes de esta semana un artículo sobre lo que leyó en ese chat y que fue un bombazo para los involucrados colaboradores del presidente Trump, especialmente para el despistado Waltz, sobre todo porque uno de los mensajes, nada menos que del secretario de Defensa de los Estados Unidos, Pete Hegseth, describía inminentes planes de ataque bélico sobre ubicaciones hutíes en Yemen. (Los milicianos hutíes, grupo que apoyó la revolución yemení, han estado atacado embarcaciones comerciales y militares estadounidenses, israelitas y de algunas naciones europeas que navegan por el Mar Rojo. Los principales países aliados de los hutíes son Irán, Siria, Rusia y Corea del Norte además de los grupos Hamás y Hezbolá).

Resultó que Goldberg cuando leyó los mensajes estacionó su automóvil y esperó unas dos horas para ver si los planes bélicos allí revelados eran ciertos y, efectivamente, tras esa espera pudo confirmar que los ataques militares sobre objetivos hutíes comenzaron a suceder. Si bien los detalles estratégicos de los planes bélicos contenidos en los mensajes de Signal app no fueron publicados por Goldberg, los demás contenidos y detalles sí lo fueron y de hecho, al día de ayer, un tribunal ordenaba al gobierno estadounidense conservar los textos de esos chats, además de que la prensa y algunos senadores ya golpearon al grupo de Trump de la manera más deshonrosa: Exhibiendo la estupidez del recién llegado equipo del que algunos podrán ser acusados de violar información reservada, exponer a soldados norteamericanos a un golpe fallido y ser capturados o contraatacados, etcétera, etcétera.

El grupo de chat contaba con 18 miembros, entre otros el vicepresidente de los Estados Unidos, el secretario de Estado, el secretario de Defensa, el secretario del Tesoro, el jefe de la CIA, la directora de Inteligencia Nacional, al parecer también el actual subdirector de políticas de la Casa Blanca, además, claro está, del invitado que no sabía que estaba invitado, es decir, el editor de The Atlantic.

Hillary Clinton no desaprovechó el resbalón de los muchachos para referirles que sus mitotes en una red social dejaron chiquitas las indiscreciones de ella que años atrás le costaron caro al utilizar un servidor privado de correo electrónico para transitar mensajes oficiales clasificados.

Cualquiera podemos imaginar las resonantes risas de los zares de inteligencia y seguridad de muchos países que han estado escuchándose tras puertas cuando en una red social pública los principales guardianes del país más poderoso del mundo estuvieron chateando sin pudor -sí, chateando planes ultrareservados en una red comercial, y no en dos o tres sino dieciocho teléfonos celulares….ellos también la riegan.

Quizás todo esto ha sido el resultado de seleccionar servidores públicos por su lealtad en primero, segundo y tercer lugar, y quizás por allá en cuarto o quinto lugar por su conocimiento, experiencia e idoneidad personal.