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El dolor y el amor

María y José son un ejemplo para quienes pierden a Jesús de sus vidas: Lo buscan afanosamente hasta encontrarlo. Podemos imaginar la alegría al verlo.

José  Martínez Colín

Un niño se sorprendió al ver que su mamá regresaba con una cara muy sonriente de la iglesia, y le preguntó qué había pasado. Su madre explicó: “Acabo de confesarme y cuando alguien se confiesa de sus pecados, Dios le perdona todo. Eso da mucha alegría y hasta la cara le cambia”. Su hijo le respondió: “Mamá… ¿y por qué entonces no te confiesas todos los días?” Reencontrarse con Dios devuelve la paz y la alegría al alma. El papa Francisco tuvo su última catequesis sobre la infancia de Jesús. Reflexionó el pasaje cuando Jesús, a los 12 años, se quedó en el Templo sin saberlo sus padres, quienes lo buscaron ansiosamente y lo encontraron después de tres días. María y José son un ejemplo para quienes pierden a Jesús de sus vidas: Lo buscan afanosamente hasta encontrarlo. Podemos imaginar la alegría al verlo.

En las palabras que María le dirige a su hijo, deja ver su dolor: “Angustiados te buscábamos”. Un punto para examinar nuestras conciencias: Si llegamos a perder a Jesús de nuestras vidas, si perdemos la gracia en el alma y, por tanto, la presencia de Dios, ¿es causa de dolor? -¿O nos quedamos indiferentes? Podemos afirmar que el dolor será proporcional al amor que tengamos. de gatos sin hijos”.

Se refirió a sí mismo como un “católico bebé” reconociendo que “hay muchas cosas que no sé… Intento ser lo más humilde que puedo cuando hablo de fe en público porque, por supuesto, no siempre voy a acertar”, afirmó. En su juventud pasó por una “etapa de ira y ateísmo”. Sin embargo, conoció grupos católicos en Yale que le ayudaron. Afirmó el vicepresidente que le atrajo a la fe cristiana experimentar cómo Dios obra en nosotros con suma paciencia, poco a poco, incluso pueden ser años”, y nos va haciendo mejores personas en el proceso. Le atrajeron las enseñanzas sobre la familia. “Aunque soy un cristiano tan imperfecto como cualquier persona en esta sala, realmente siento que Dios me está transformando todos los días, y esa es una de las grandes bendiciones de nuestra fe y una de las grandes bendiciones de seguir los sacramentos”; en concreto, la confesión le ha ayudado a ser más constante en su asistencia a la Misa semanal, dijo el vicepresidente. Agregó Vance que él y sus hijos rezan por el Papa todos los días.

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