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Llegaron éstas

Llegaron mujeres que pudieron ponerse de pie, pero han optado vivir de rodillas.

Denise Dresser

Denise Dresser

Mentir constantemente no busca que la gente crea una mentira, sino asegurar que nadie crea en nada, escribió Hannah Arendt. Un pueblo que ya no puede distinguir entre verdad y mentira, no distinguirá entre lo correcto y lo equivocado. Y un pueblo así, privado del poder de pensar, “estará sujeto al reinado de las mentiras. Con un pueblo así, puedes hacer lo que quieras”. He aquí la descripción más apta para nuestros tiempos, donde la mentira es manufacturada desde la mañanera, o por youtuberos en la nómina del Gobierno, o por comunicadoras que ponen sus espacios al servicio del oficialismo y usan sus columnas para enviar mensajes de una facción política a otra. Como en los viejos tiempos del PRI, del pensamiento cautivo, de la inteligencia alineada. No “llegamos todas”. Llegaron mujeres que pudieron ponerse de pie, pero han optado vivir de rodillas.

Llegaron éstas. Yasmín Esquivel con múltiples tesis plagiadas, impulsada por un esposo con múltiples contratos gubernamentales, que se ha valido de tretas inmorales e ilegales para mantenerse en la Suprema Corte e incluso busca presidirla. Lenia Batres con una trayectoria insuficiente para el puesto que ocupa, colocada ahí por su lealtad, su histrionismo, su personalidad porril, y su falta de entendimiento sobre la Constitución que juró defender, las leyes que le corresponde interpretar, la jurisprudencia que debería conocer. Las tres ministras cuatroteístas -Lenia Batres, Loretta Ortiz y Yasmín Esquivel- haciendo proselitismo ilegal desde la Suprema Corte, reuniéndose con sindicatos, grupos políticos, barras de abogados y empresarios para construir su candidatura, como parte de la desvergonzada “reforma judicial”.

Llegaron éstas. Andrea Chávez, diputada, senadora, y ahora candidata a la gubernatura de Chihuahua quien convierte cada cuestionamiento legítimo en una conspiración prianista o en “violencia política de género”, mientras se rehúsa a responder por qué tuvo acceso a un avión militar para trasladar a su familia a un evento político, o por qué no es sancionada por violar la legislación electoral al usar camiones “donados” gracias un empresario que ha recibido multimillonarios contratos de Adán Augusto López.

Llegaron éstas. Citlalli Hernández, la feminista intermitente, que ha convertido a la Secretaría de la Mujer en una agencia de colocación de Morena. Luisa María Alcalde, la morenista multiusos que salta de lugar a lugar, con atributos desconocidos para tantas encomiendas. Beatriz Gutiérrez Müller, la feminista silenciosa que ha usado recursos públicos para pasear y promocionarse sin rendir cuentas sobre ello. Las gobernadoras de Morena, valiéndose de hijos, maridos, padres y padrinos políticos para arribar a donde están.

Llegaron éstas. Mujeres amaestradas que entienden su papel, y es defender al líder o a la Presidenta, no importa cuán deshonestos sean sus planteamientos, cuán grande sea su corrupción, cuán desastroso sea su impacto sobre las instituciones o sobre “el pueblo” al cual engañan. A cambio, saben que serán recompensadas con plataformas en los medios públicos y privados, con prebendas y publicaciones, con secretarías y gubernaturas y juzgados y posiciones de liderazgo en el partido. Son las mujeres de una mentirocracia rotativa, cuyo objetivo no es lograr que el Gobierno funcione mejor para las mayorías, sino que el Gobierno sea más partidista, las cortes sean más dóciles, la burocracia sea más sumisa al partido/movimiento. Llegaron las autoritarias de clóset.

Llegaron éstas. Mujeres que mallugan la verdad y construyen realidades alternativas donde los comités de selección para la elección de jueces, ministros y magistrados fueron “profesionales” e “imparciales”, o donde Lenia Batres tiene la talla para ser presidenta de la Suprema Corte. Mujeres dispuestas a sacrificar la verdad por una causa política. Mujeres propagandistas, protectoras del patriarcado, pugilistas que pelean sucio, patrimonialistas que usan recursos públicos como les place, oportunistas que recortan su conciencia para ajustarla a las instrucciones de la 4T.

No llegaron la media hermana acosada de Cuauhtémoc Blanco ni las víctimas del abuso sexual de Félix Salgado Macedonio ni las madres buscadoras de Teuchitlán ni las juezas con méritos propios ni las mujeres que intentan forjar una Patria incluyente donde no haya que agachar la cabeza, o cerrar la boca para pertenecer.

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