Visibilidad trans
México va en la ruta contraria a EU. Aquí desde 2009 empezó el reconocimiento de la identidad de género en la CDMX.

Tengo un sobrino trans que nació en Atlanta y no puedo imaginar su angustia cuando ve que el gobierno de su país niega su existencia. Mi sobrino nació en 2004, hace 20 años, cuando EU era gobernado por George W. Bush, quien lanzó una guerra global contra el terrorismo.
Los temas LGBT fueron usados por los republicanos conservadores para movilizar el voto, especialmente el voto evangélico, pero las vidas trans no eran el centro de su campaña. Al igual que Felipe Calderón en México, Bush solo alentaba el voto con promesas de “proteger la santidad del matrimonio”. Las vidas trans no estaban en el radar aún.
La historia fundacional del movimiento LGBT moderno tiene como inicio el verano de 1969, cuando las poblaciones queer, principalmente las personas trans, eran acosadadas por la Policía de la ciudad de Nueva York. La historia apunta a que fue en el mítico Stonewall Inn, un bar del Village, a pocos pasos de la Universidad de Nueva York, donde estalló la violencia contra el acoso policiaco y que fueron las mujeres trans las que iniciaron todo. Esas revueltas generaron el activismo que desde entonces lucha globalmente por avanzar el reconocimiento de derechos para las personas de las disidencias sexuales.
De la revolución de Stonewall nacieron nombres como Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera, consideradas las madres del movimiento LGBT en EU, pero esa fama no les hizo la vida más llevadera. Marsha llegó a posar para Andy Warhol, pero vivió en la pobreza hasta el final de su vida, lo mismo que Sylvia. El cuerpo de Marsha fue encontrado en el Río Hudson en 1992, a pocos metros de donde hoy se levanta un pequeño parque en su honor, sin que se haya esclarecido su muerte aún, mientras que Sylvia murió de cáncer en 2002, después de haber vivido mucho tiempo en la calle. Ambas fundaron STAR, una organización que daba refugio para personas jóvenes trans, pero sin recursos tuvieron que cerrar pronto.
A pesar de que fueron las mujeres trans quienes iniciaron la fase moderna del movimiento LGBT, los derechos para personas trans fueron relegados al final.
El empoderamiento en los medios de los hombres gays blancos, y en menor medida de las lesbianas, hizo que a fines de los 70 y principios de los 80 la lucha se concentrara en buscar el fin de las razzias, así como la presencia política de estos dos grupos, pero la crisis del VIH y del sida reorientó la lucha del movimiento hasta bien entrada la década de los 90 cuando la representación electoral y el reconocimiento legal de relaciones sexoafectivas se convirtieron de nuevo en las demandas principales del movimiento.
En gran parte por ello, cada 31 de marzo se conmemora el Día de la Visibilidad Trans, una fecha que no es solo para celebrar la existencia y resistencia de las personas trans, sino también para recordar que aún queda mucho por hacer en la lucha.
Especialmente hoy que Trump ha abierto una batalla frontal en contra de las identidades trans bajo el argumento de que busca proteger a los niños de lo que llama la perniciosa “ideología de género.”
México va en la ruta contraria a EU. Aquí desde 2009 empezó el reconocimiento de la identidad de género en la CDMX. Desde el 2018 se aceleró el reconocimiento, gracias a las mayorías de Morena y al activismo más profesionalizado, pero todavía falta mucho por hacer. Simplemente hoy sigue siendo difícil contratar a personas trans en muchas empresas porque persiste un prejuicio en 2025.
El dicho de que la mejor política exterior es la interior era muy repetido por AMLO y coincido en que el reconocimiento de derechos de personas LGBT al interior del país es lo que permite que a nivel internacional México sea hoy de los países que orgullosamente promueven derechos LGBT. Sin embargo, con todo y ese reconocimiento de derechos, con todo y clínicas especiales, con todo y que la Secretaría de las Mujeres promueve el Día de la Visibilidad trans, México sigue siendo un país violento para ellas y es aquí donde aún falta mucho por hacer. Pero hay que voltear a ver el incendio del bosque contiguo para prevenir uno en el nuestro. Las Rangel, los Verástegui y los Lemus se juntan para negar derechos y pueden encender la pradera muy fácilmente.
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