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El hombre que pasó 30 años operando corazones para no sentir el suyo

¿Cuáles son nuestras propias evasiones? ¿Qué mecanismos hemos desarrollado para evitar sentir aquello que creemos insoportable?

Juan Tonelli

Historias demasiado humanas

“Si me hubiera permitido sentir, no habría sobrevivido ni entonces ni en los siguientes 20 o 30 años”.

Con esta frase comienza la historia de un cardiocirujano que, a los 75 años, durante la celebración de los 50 años de su egreso como médico, se encuentra con un antiguo compañero y le confiesa: “El pasado ha comenzado a emerger y no lo puedo parar”. Una frase inquietante que marca el inicio de un relato que lo persiguió durante toda su vida.

Pocas semanas antes, en una conferencia en Venezuela, el cardiocirujano sufrió un intento de secuestro. Logró escapar utilizando la misma astucia y los mismos mecanismos que había desarrollado 60 años atrás, cuando era un adolescente judío intentando sobrevivir a la ocupación nazi en Budapest. Aquella experiencia traumática había quedado sepultada en su memoria durante décadas, pero este nuevo evento la trajo de vuelta con una fuerza incontrolable.

Durante aquella noche de celebración le confiesa a su amigo que la culpa lo ha acompañado toda la vida. Sobrevivir a los nazis no fue sólo una cuestión de suerte o ingenio, sino también de decisiones que implicaron no poder salvar a otros. Recuerda cómo en algunas ocasiones logró evadir a los soldados, pero no pudo hacer lo mismo por sus compañeros, por una pareja de ancianos que inevitablemente sería deportada y asesinada en un campo de concentración. Y esa culpa, que estuvo dormida por tanto tiempo, finalmente despertó.

En ese momento comprendió por qué eligió la cirugía cardiovascular y por qué trabajó sin descanso durante 50 años. Operar corazones se convirtió en su forma de redimirse, de intentar salvar una y otra vez aquellas vidas que no pudo rescatar en su adolescencia. Su adicción al quirófano, su compulsiva necesidad de trabajar doce horas al día, incluso los fines de semana, eran su manera de lidiar con el dolor que nunca se permitió sentir. Pero, sobre todo, era su analgésico emocional.

Su familia le reprochaba que pasara más tiempo en el hospital que en su casa. El sentía que el quirófano le resultaba extrañamente familiar. Había algo en esa sensación de peligro constante que le recordaba a las calles de Budapest bajo la ocupación nazi. En cada esquina podía esperarle la muerte, igual que en cada cirugía de alto riesgo. Tener un corazón latiendo en sus manos no le daba una sensación de omnipotencia, sino todo lo contrario: Le recordaba la fragilidad de la vida.

En un momento de la conversación, el cirujano dice una frase impactante: “El peligro me calma”. Se da cuenta de que, a lo largo de su vida, el peligro ha sido su escape, su distracción del dolor profundo. Se refugió en la adrenalina de las situaciones extremas como una especie de droga que le permitía no enfrentar su propio vacío. Pero ahora lo entiende: El peligro no calma, sólo distrae.

Y aquí surge la pregunta que nos interpela a todos: ¿Cuáles son nuestras propias evasiones? ¿Qué mecanismos hemos desarrollado para evitar sentir aquello que creemos insoportable? Porque, al final, cuando elegimos no sentir, no sólo apagamos el dolor, sino también la alegría, la conexión, la vida misma.

A veces nos convencemos de que al sepultar ciertas emociones, éstas dolerán menos. Pero no es cierto. Lo que hacemos es construir una coraza que nos protege, pero también nos aísla. Y así nos encontramos viviendo en un frío congelador emocional, solos, desconectados, autoabandonados.

Esta historia nos muestra lo largo y complejo que puede ser el camino de regreso a nuestras emociones. No se trata de “volver a sentir” de un día para otro, sino de entender que ese mecanismo de supervivencia tuvo un sentido. Nos protegió en su momento. Pero también es cierto que, con el tiempo, ese escudo puede volverse una prisión y arruinarnos la vida.

¿Y tú? ¿Cuál es tu analgésico emocional? ¿Qué emociones has tapado, convenciéndote de que así dolerán menos?

Juan Tonelli

Autor de “Un elefante en la habitación”, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar. Conferencista.

www.youtube.com/juantonelli

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