Esta es la corriente ideológica detrás de Trump
El posliberalismo es esencial para comprender las intenciones y los alcances del shock que sacude al mundo.

Epicentro
En los últimos días, algunas voces han insistido en que los aranceles punitivos de la Casa Blanca podrían ser una herramienta coercitiva en política exterior o una jugada estratégica de mediano plazo de Donald Trump para alterar la coyuntura económica y renegociar la deuda estadounidense en una especie de arriesgadísima carambola de tres bandas. Son explicaciones, cuando menos, incompletas, porque omiten un factor fundamental de esta nueva fase del trumpismo: Una corriente ideológica que empieza a perfilar un proyecto más ambicioso y estructurado que el pragmatismo errático que caracterizó al primer mandato. Se trata del posliberalismo, una visión que hoy influye de manera directa en varias figuras clave del entorno trumpista, como el vicepresidente JD Vance, el secretario de Estado Marco Rubio -aunque en este caso de forma más tangencial-, e incluso círculos más amplios de la nueva derecha intelectual estadounidense.
El posliberalismo es esencial para comprender las intenciones y los alcances del shock que sacude al mundo. Entre sus principales arquitectos está Patrick Deneen, profesor de la Universidad de Notre Dame y autor de dos libros fundamentales: Why Liberalism Failed y Regime Change. En esencia, Deneen sostiene que el liberalismo ha fracasado al erosionar los cimientos comunitarios, familiares y morales que sostenían la vida en sociedad. Para él, el libre mercado, la democracia liberal y la progresiva secularización -cuyo extremo radical sería, según su visión, la política Wole- no son accidentes, sino desenlaces inevitables del propio proyecto liberal. Un proyecto que, a su juicio, se ha agotado y debe ser reemplazado.
No se trata sólo de una crítica teórica. En Regime Change, Deneen propone de manera explícita lo que llama un “aristopopulismo”: Un nuevo orden en el que una élite supuestamente virtuosa, arraigada en valores tradicionales, guíe al pueblo en la restauración de lo que considera vínculos comunitarios perdidos. Esta crítica radical no sólo replantea las bases del poder político: Esboza abiertamente una sustitución de la democracia liberal por formas de autoridad más jerárquicas y paternalistas.
Hoy, las ideas de Deneen resuenan con fuerza creciente en el núcleo del poder estadounidense. Basta escuchar buena parte del discurso del nuevo trumpismo para reconocer el énfasis en la restauración de la soberanía nacional, un proteccionismo antiguo y radical y una intención de imponer lo que personas como Deneen consideran valores tradicionales. Las constantes apelaciones a la familia, la fe y la identidad nacional no son sólo recursos retóricos: Reflejan un cambio profundo que busca reemplazar el consenso liberal por un orden distinto.
Esta perspectiva posliberal también ayuda a entender la agresiva política arancelaria actual. Desde este ángulo, el libre comercio ha sido una fuerza corrosiva que ha debilitado a Estados Unidos: Desindustrializando regiones enteras, subordinando la política económica a intereses globales y golpeando a las clases trabajadoras. Los aranceles no son nada más un instrumento de negociación coyuntural ni un capricho aislado de Trump, son parte de una estrategia deliberada de repliegue económico y reconstrucción nacional frente a una globalización considerada depredadora. No se plantea un aislacionismo absoluto, pero sí una reorientación profunda: Un comercio subordinado a las necesidades internas del País, en el que los vínculos exteriores son validados en la medida en que sirvan a la versión ideologizada de fortalecimiento nacional que está en la médula del posliberalismo.
Por supuesto, la transformación que supone la teoría de Deneen implica enormes riesgos. La historia demuestra que los esfuerzos por suplantar el pluralismo liberal mediante consensos morales impuestos desde el poder suelen derivar en exclusión, polarización y, sobre todo, en autoritarismo. La línea entre fortalecer la identidad nacional y ahogar las libertades individuales es, como sabemos, sutil y peligrosa. Esa línea empieza ya a desdibujarse en Estados Unidos.
La influencia de Patrick Deneen y del pensamiento posliberal no es ni absoluta ni monolítica, pero sí innegable. Así lo ha reconocido abiertamente J. D. Vance, entre otros. Estados Unidos atraviesa hoy una redefinición profunda de su proyecto nacional. El desenlace dependerá de si esta transformación preserva las libertades y derechos que -con todas sus imperfecciones- constituyen el núcleo más valioso de la tradición democrática y liberal. La alternativa debe preocuparnos a todos.
León Krauze
@LeonKrauze
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