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La ventaja que le dio Trump a México es muy frágil

La economía mexicana goza hoy de un respiro que ni Europa ni Asia tienen.

Eduardo Ruiz-Healy

El 2 de abril Donald Trump desató una tormenta comercial global al imponer aranceles a casi todos los países del mundo, pero México quedó fuera del castigo generalizado gracias a que los productos que cumplen con el T-MEC fueron exentos. Eso convirtió a nuestro País, de golpe, en el socio menos afectado y más competitivo entre los exportadores hacia Estados Unidos.

Esta ventaja, sin embargo, no fue resultado de una estrategia de largo plazo, sino del pragmatismo de un Presidente volátil que, por ahora, decidió no romper el tratado que él mismo promovió, por cálculo y no por afecto. Y esta situación ventajosa es muy frágil: Si decide reinterpretar el T-MEC o usarlo como presión política, México puede pasar de excepción a objetivo en semanas.

La economía mexicana goza hoy de un respiro que ni Europa ni Asia tienen. Un auto japonés subió 7,000 dólares; uno mexicano, apenas 500. Un televisor chino cuesta 670 dólares; uno mexicano, 500. Esa diferencia ya está generando un reposicionamiento de nuestras exportaciones, y el “nearshoring” encuentra en México condiciones únicas de cercanía y acceso preferencial.

Algo similar ocurre con alimentos. El aguacate, la cerveza y los berries están muy solicitados en EU desde la semana pasada, al encarecerse los productos agrícolas europeos y sudamericanos. Pero los productores mexicanos enfrentan límites de capacidad, escasez de transporte y falta de mano de obra. En el Norte, un exportador de carne confesó que evalúa importar carne brasileña y exportarla como mexicana, aunque sabe que, de ser descubierto, podría enfrentar fuertes sanciones. Así de fuerte es la presión por aprovechar la coyuntura.

En sólo dos días las bolsas del mundo perdieron entre 5 y 9 billones de dólares. En EU, el S&P 500 cayó poco más de cinco billones. Esas caídas reflejan un golpe severo a la economía global: Menores utilidades corporativas, inflación por insumos caros, desempleo y riesgo creciente de recesión. Para los ahorradores significa pérdida de valor de sus pensiones. Para todos, menos poder adquisitivo y más incertidumbre.

Y México sigue siendo vulnerable: El 83% de sus exportaciones dependen de EU; entre el 10 y 15% de ellas ya enfrenta barreras; el acero y el aluminio pagan aranceles; y la posible recesión en EU, más de la caída del PIB nacional, generará desempleo y disminuiría las remesas.

Además, el País no ha resuelto sus debilidades internas. Sin inversión en logística, seguridad jurídica y energía, el “nearshoring” puede irse a otro lado. Sin diversificación real de mercados, seguiremos expuestos a cada berrinche electoral de Trump y sus sucesores.

La excepción arancelaria es una oportunidad, no una garantía. Si el Gobierno y sector privado mexicanos actúan rápidamente, coordinados y con visión, pueden traducir esta ventaja coyuntural en un nuevo ciclo de crecimiento. Si no, el País quedará atrapado en un modelo agotado: Exportar barato, importar caro y depender de lo que diga un presidente de EU.

Trump nos dio -sin querer- un respiro. En mis columnas anteriores enfaticé que México es el menos golpeado y que hay que aprovechar las oportunidades. Eso, de mi parte, no es optimismo: Es el análisis frío de una realidad que puede cambiar en cualquier momento.

Eduardo Ruiz-Healy

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