Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas | Noticias de México | EL IMPARCIAL /

Cuidado con el gigante chino

No hay enemigo pequeño, según aprendió Goliat demasiado tarde, y China no es país pequeño, sino enorme, y con un número casi innumerable de habitantes.

. Catón

De política y cosas peores

Llegó a cierto restaurante de familia un extranjero que no hablaba una sola palabra del idioma local. Quería un bistec de res. Así, cuando una mujer llegó a tomarle la orden el hombre se puso dos dedos en la cabeza a manera de cuernos e hizo: “¡Mú!”. La señora fue a donde estaba su esposo y le dijo: “Viejo, creo que el señor quiere hablar contigo”. “Te engañaron como a un chino”. “Son puros cuentos chinos”. “Se quedó como el chinito, nomás milando”. Quizás alguno de mis cuatro lectores recuerde haber oído esas frases y otras semejantes, todas de claro contenido despectivo. Ya no se usan, al igual que entre nosotros a los chinos ya no se les llama “chales”, término desdeñoso y humillante. Sucede que China se ha convertido en una potencia industrial que rivaliza en ese rubro y otros con las naciones más poderosas, como Estados Unidos, cuyo dominio, otrora incontrastable, parece ir declinando, como sucedió con otros imperios. Roma, por ejemplo, nombró al Mediterráneo Mare Nostrum, nuestro mar, igual que Trump pretende llamar “Gulf of America” al golfo que se conoce como de México. En la guerra comercial que el obcecado Presidente yanqui ha desatado contra China el país del Norte lleva las de perder en su enfrentamiento con la nación de Oriente, en nada inferior a su adversario americano. Por eso Trump se ve norteado y desorientado, igual que se vieron las potencias occidentales, particularmente Francia e Inglaterra, ante el resurgimiento económico, industrial y -sobre todo- bélico, de la Alemania nazi después de su derrota en 1918 y del vindicativo Tratado de Versalles, que luego Hitler se pasó por el arco del triunfo, y por el Arco del Triunfo también luego de la derrota de Francia en la Segunda Guerra y de la ocupación de París por las tropas hitlerianas. No hay enemigo pequeño, según aprendió Goliat demasiado tarde, y China no es país pequeño, sino enorme, y con un número casi innumerable de habitantes. Enrique Cárdenas González, gobernador que fue de Tamaulipas, me contó una vez que en Los Pinos, siendo presidente Luis Echeverría, se proyectó una película que mostraba cómo 2 millones de chinos construyeron en un mes una presa de gigantescas proporciones. En tono burlón le dijo a Cárdenas la compañera María Esther: “A ver si haces en tu Estado una igual, Enrique”. “Cómo no -respondió el tamaulipeco-. Nada más tráeme a los 2 millones de chinos”. Decía, enfático, un cierto señor: “Soy hombre de una sola palabra: Rájome”. Ya veremos cómo el potentado yanqui se verá impotente frente al imponente poderío de los chinos, que ahora fabrican algo más que farolitos, abanicos y sombrillas, y corregirá las desatentadas medidas que ha dictado contra China. Mark my words, como dicen los americanos para pedir que las palabras que pronunciaron sobre algún asunto queden en la memoria de quienes las oyeron. La enfermera Mera le contó en voz baja a su hermosa compañera Florenz: “El marinero canadiense que está en el cuarto 22 tiene un tatuaje en cierta parte íntima”. “¿De veras?” -se interesó la amiga. “Sí -confirmó Mera-. En su atributo varonil tiene tatuada la palabra inglesa ‘Swan’, que significa ‘cisne’”. “Eso tengo que verlo” -dijo Florenz. Se dirigió al mencionado cuarto 22. A su paso los médicos y visitantes volvían la mirada para verla, pues sus cualidades anteriores y posteriores llamaban grandemente la atención, lo mismo que sus ondulantes movimientos. Poco después regresó a donde estaba Mera. Le preguntó ésta discretamente: “¿Viste al marino canadiense?”. “Sí -respondió la voluptuosa Florenz-. Pero su tatuaje no dice ‘Swan’. Dice ‘Saskatchewan’”. (No le entendí). FIN.

Sigue nuestro canal de WhatsApp

Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí