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La fuerza de la querencia

¿En qué radica la diferencia entre los empresarios de unas regiones y otras de muchos países?

Carlos  Dumois

¿En qué radica la diferencia entre los empresarios de unas regiones y otras de muchos países?

Estamos de nuevo trabajando con un grupo de empresarios de Sinaloa.

Aquí ha vuelto a surgir el tema de por qué la querencia es un elemento tan relevante en el ejercicio de la Dueñez. Esto ha brotado cuando he afirmado que la fuerza de voluntad de los empresarios de esta región, y de algunas otras, sí hace la diferencia.

Después de explicarlo con varios ejemplos, ratifico una vez más que la capacidad de crear riqueza tiene más que ver con la voluntad que con la inteligencia.

Tampoco seamos simplistas, es obvio que la creatividad, la claridad de ideas, la mente abierta, el genio visionario, las capacidades de análisis y síntesis, el juicio equilibrado, son todos ellos cualidades muy importantes en el quehacer empresario, y tienen más que ver con habilidades mentales.

Pero para hacer realidad un proyecto de negocio, las facultades relacionadas con la voluntad suelen tener un peso aún mayor. La motivación y la perseverancia, la determinación y la capacidad de compromiso, la valentía de ser justo y respetuoso, el genuino interés de servir, la habilidad de concentración y abandono, la disposición a elegir y a renunciar, la humildad y el control emocional, la fortaleza interior y la resistencia a la frustración, el optimismo y la proactividad, la diligencia y la orientación a la acción. Estas sí que son determinantes en la eficacia de los máximos líderes de las empresas.

Todo esto nosotros lo resumimos en una palabra muy poderosa, que la denominamos la querencia del empresario.

¿Por qué es tan trascendente? ¿En qué radica su poder? Aunque no utilizan los mismos términos, Massimo Massa y Ludo Van der Heyden lo describen con claridad en su libro “Creación de Valor para Dueños y Consejeros”.

Tomo prestadas sus ideas y comparto sus argumentos.

La ventaja de las empresas gobernadas por sus dueños. Es cada vez más evidente la longevidad de las corporaciones lideradas por familias empresarias, así como la superioridad de las compañías manejadas por grupos de control. Es la habilidad para ser claramente guiadas por una querencia bien definida y actualizada la que distingue a estas organizaciones. No es la voluntad de nadie más que de los dueños elegir el propósito y las rutas de creación de valor de estos negocios.

Las empresas públicas que cotizan en bolsa no cuentan con dueños que las gobiernen. Cuando ningún empresario o grupo tiene suficientes acciones para controlar el gobierno corporativo de ellas, fácilmente caen bajo el arbitrio o la conveniencia de sus ejecutivos en turno o bajo la fuerza de las tendencias del mercado. Estas organizaciones no solo carecen de alma, sino también de directrices claras que las conduzcan.

Los Dueños alinean a los “stakeholders” a través de la querencia. Es este principio rector el que enfoca y ordena a consejeros y directivos, a gerentes y mandos medios, a aliados y proveedores y a todos los colaboradores a un propósito y un camino claro que les orienta.

Cuando no es anclada por la querencia, la razón de ser de la organización se pierde y se convierte en fruto de la negociación de las partes. Los vientos cambiantes de quienes van teniendo más peso en las decisiones mueven a la empresa en un jaloneo de intereses en conflicto que muchas veces terminan destruyendo valor.

Cuando hay un consejo de administración efectivo, éste se convierte en el traductor que asegura la alineación con la querencia en la práctica.

En empresas de mayor tamaño y complejidad, donde los dueños muchas veces no participan en la gestión operativa, es el consejo quien toma la querencia de los dueños, la pule y afina, la revisa y actualiza, y la convierte en lineamientos estratégicos de generación, multiplicación y captura de valor.

Estos argumentos explican por qué cada vez más empresas sinaloenses, sonorenses, regiomontanas, antioqueñas y catalanas, entre otras, se distinguen por su crecimiento y su capacidad de crear valor.

Esto responde precisamente a la fuerza de la querencia, de la voluntad bien orientada de los empresarios de esas regiones geográficas.

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