Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas | Noticias de México | EL IMPARCIAL / Columna México

Cuando decir “te amo” no alcanza: La historia de un hijo que no quería palabras vacías

Cambiar no es mágico. Es un proceso trabajoso, lleno de tropiezos, de idas y vueltas. A veces parece que avanzas y al otro día estás en el mismo lugar o retrocediste.

Juan Tonelli

“Mamá siempre me dice que me ama incondicionalmente. Que moriría por mí si hiciera falta. Me lo repite cada vez que discutimos fuerte. Y yo no dudo que sea cierto. Pero hay cosas que me duelen. Como el día en que no vino a mi actuación en la escuela. Yo había practicado durante semanas, y ella me había prometido que iba a estar ahí. Pero ese día tuvo un problema en el trabajo -como siempre-, y no llegó. Yo actué igual, buscándola inútilmente entre las butacas.

O la noche que la encontré llorando en el sillón de la sala de estar. Yo tenía 11 años y la encontré sola, destruida. Le preparé un té, le acaricié el pelo y le dije que todo iba a estar bien. Me tocó consolarla muchas veces. Yo era el hijo, pero como tantas veces me sentí su sostén.

En muchas ocasiones le rogué que hiciera terapia. Que dejara de fumar. Que se cuidara con la comida o el alcohol. Que se alejara de algunas amistades tóxicas que tiene. Que hiciera algo por ella, y por mí también. Pero no. Me dice que moriría por mí, pero no cambia nada. Y yo me pregunto: Si me ama tanto, ¿no podría liberarme de tanta carga? ¿Por qué no hace algunas cosas concretas en vez de decirme palabras dulces, que en el fondo son vacías?”.

Ese chico no me habló de teoría. Habló de lo que significa cargar con una madre que no puede cuidarse ni cuidar. Habló de lo difícil que es confiar en las palabras cuando no vienen acompañadas de actos. Pero, sobre todo, habló de lo difícil que es pedirle a alguien que cambie.

Cambiar es incómodo. Implica meterse con todo lo que somos. Cuestionar conductas que venimos arrastrando hace años. Mirar heridas que preferimos tapar. Reconocer que no siempre actuamos bien. Que no sabemos. Que no podemos. Y que necesitamos ayuda.

Y exponer nuestras vulnerabilidades nos cuesta, nos da miedo.

Por eso muchos preferimos decir que daríamos la vida por alguien, porque son sólo palabras. Hacer terapia, o una dieta para bajar el colesterol que tenemos por las nubes, o dejar de fumar, es algo mucho más concreto, menos conmovedor, y sobre todo, más difícil.

Cambiar no es mágico. Es un proceso trabajoso, lleno de tropiezos, de idas y vueltas. A veces parece que avanzas y al otro día estás en el mismo lugar o retrocediste. Implica reconocer patrones, animarse a hacer las cosas distinto, aguantar el vacío que queda cuando uno deja lo conocido. Y cuesta mucho.

Pero también es la forma más real de amar.

Porque cuando alguien que te ama te pide que cambies, no te está pidiendo que seas perfecto. Te está diciendo: “Por favor, quédate. No te vayas. No te destruyas. No me dejes solo en este mundo llevándote adentro mío”.

Ese adolescente no quería una madre perfecta. Quería una madre viva. Presente. Que pudiera sostenerse para sostenerlo, o más simple, para acompañarlo, para compartir con él. Que no fueran sólo palabras vacías.

Morir por amor puede sonar noble. Pero vivir por amor -hacerse cargo de uno mismo, revisar la propia historia, crecer- es el amor verdadero.

CV: Autor de “Un elefante en la habitación”, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar. Conferencista.

www.youtube.com/juantonelli

Sigue nuestro canal de WhatsApp

Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí

Temas relacionados