Escritor liberal
A Vargas Llosa... no podemos recordarlo sólo como narrador: Fue un escritor políticamente comprometido.

JAQUE MATE
Y porque un mundo sin literatura sería un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos”,
Mario Vargas Llosa, discurso del Nobel, 2010.
En 2017 Mario Vargas Llosa viajó a Perú, a la “ciudad blanca” de Arequipa donde nació, para celebrar su cumpleaños número 81. El día del festejo, el 28 de marzo, donó a la biblioteca local, que ya tenía muchos libros aportados por él, unos 15 mil adicionales. “Aprender a leer fue aprender a vivir muchas vidas”, explicó en la ceremonia.
Fallecido este 13 de abril, Vargas Llosa fue un escritor de enorme relevancia. Ganó el Premio Nobel de Literatura, el Cervantes y el Príncipe de Asturias. Fue miembro de la Real Academia Española desde 1994, pero también de la Academia Francesa a partir de 2023; de hecho, es el primer escritor de habla española en ser admitido al grupo de “los inmortales”.
Sorprende el número de sus obras, pero también la diversidad de los temas, ubicaciones y estilos. La ciudad y los perros (1963), La casa verde (1966) y Conversación en la catedral (1969) son narraciones escenificadas en el Perú en que creció. Pasó por la divertida Pantaleón y las visitadoras (1973) y La tía Julia y el escribidor (1977), también en Perú. En 1981, sin embargo, publicó una ambiciosa narración histórica sobre la rebelión de los canudos en Brasil, La guerra del fin del mundo. La fiesta del Chivo (2000) recrea la cruel dictadura de Rafael Trujillo en la República Dominicana. Travesuras de la niña mala (2006) es una historia de amor que se mueve por el mundo. Cinco esquinas (2016) se desarrolla en el Perú de tiempos de Alberto Fujimori en el que Sendero Luminoso comete actos terroristas y la prensa amarillista extorsiona. Tiempos recios (2019) se ubica en la Guatemala de 1954, cuando Estados Unidos impulsó el golpe contra Jacobo Arbenz. Le dedico mi silencio (2023), su última novela, es una recreación del mundo del vals peruano.
A Vargas Llosa, sin embargo, no podemos recordarlo sólo como narrador: Fue un escritor políticamente comprometido. Cuando joven siguió los debates de Jean-Paul Sartre y Albert Camus. Perteneció brevemente a una célula del Partido Comunista y admiró la revolución cubana, pero se desencantó tras el encarcelamiento del poeta Heberto Padilla. Se convirtió en demócrata y en un férreo defensor de las ideas liberales. Rechazó por igual la dictadura cubana de Fidel Castro y la chilena de Augusto Pinochet. Al régimen del PRI lo calificó, en 1990, de “dictadura perfecta”. La izquierda autoritaria que lo adoraba lo repudió. En 2021 el presidente mexicano López Obrador dijo que le daba gusto “escuchar, observar, constatar la decadencia de Vargas Llosa”.
En sus artículos periodísticos, publicados en El País en España y en Reforma en México bajo el título “Piedra de toque”, y en libros de memorias y ensayos como El pez en el agua y La llamada de la tribu, Vargas Llosa expresó sus convicciones liberales. Lo hizo también en una serie de televisión de 10 horas, “Una vida en palabras”, producida por la mexicana Bertha Pantoja, en la que mantuvo una larga conversación autobiográfica con su hijo Álvaro Vargas Llosa (disponible gratuitamente en https://www.centroricardobsalinaspliego.org). “El liberalismo es la esencia misma de la democracia, de la cultura democrática”, expresó en la serie.
Fue muy mal político. Tras oponerse a las arbitrariedades de Alan García, se postuló a la Presidencia de Perú en 1990. Si bien pasó a la segunda vuelta y era amplio favorito para ganar, no sabía hacer promesas falsas; lo venció un desconocido, Alberto Fujimori, quien se convirtió en un nuevo dictador. Su derrota política, sin embargo, fue una bendición. Vargas Llosa escribió después muchas obras importantes y se hizo un elocuente y apasionado defensor del liberalismo. Yo leí muchas de sus obras y lo acompañé en varios foros. Fui afortunado.
Prohibiciones
En México quieren prohibir los narcocorridos y la “apología del delito”. En Hungría han prohibido las manifestaciones del orgullo gay. Pero es inaceptable castigar a alguien por expresar lo que piensa.
Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com
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