La fuente de la alegría
...Compartir la alegría es una experiencia maravillosa. Comenta el papa Francisco que es algo que aprendemos desde pequeños.

VOZ DEL PAPA
1) PARA SABER
“Para lograr todo el valor de una alegría has de tener con quien repetirla” (Mark Twain, 1835-1910). En efecto, compartir la alegría es una experiencia maravillosa. Comenta el papa Francisco que es algo que aprendemos desde pequeños, como cuando el niño que saca una buena nota en la escuela y no ve la hora de enseñársela a sus padres; o el joven que logra su primer éxito deportivo; o en una familia cuando nace un niño. Es lo que les sucedió a las mujeres que fueron al sepulcro de Jesús y se encontraron con que había resucitado. Dice el texto que salieron del sepulcro con “gran alegría” y “corrieron a contarlo a sus discípulos”. Esta alegría, nacida precisamente del encuentro vivo con el Resucitado, es una emoción desbordante, que las impulsa a difundir y contar lo que han visto. Pero además, estas mujeres lo experimentaron de una manera mucho mayor. ¿Por qué? Porque la resurrección de Jesús no es sólo una noticia maravillosa, sino que es algo que cambia nuestras vidas y la cambia por completo y para siempre: Es la victoria de la vida sobre la muerte; es la victoria de la esperanza sobre el desaliento. Jesús ha atravesado la oscuridad de la tumba y vive para siempre: Su presencia puede llenarlo todo de luz. Con Él, dice el Papa, cada día, cada instante, se proyecta más allá de los límites del tiempo, hacia la eternidad.
2) PARA PENSAR
El escritor y profesor de historia en Virginia, Sheldon Vanauken (1914-1996), era ateo. Pero al estudiar en Oxford trató a varios compañeros cristianos e hizo buena amistad con ellos. Y escribía: “Los no cristianos solían estar contentos y ser felices cuando las cosas les iban bien, pero no tenían aquella alegría serena”. Y concluía: “El mejor argumento del cristianismo son los cristianos: Su alegría, su seguridad, su estar llenos”. Así comenzó su camino a la conversión hasta pedir la admisión al catolicismo. La alegría es un componente del cristiano al estar bien fundada es una verdad inamovible: La Resurrección de Jesucristo. Por ello, san Juan Pablo II en una homilía recordaba: “Cristo vino a traer alegría; alegría a los niños, a los padres, alas familias y a los amigos, a los obreros y a los estudiantes; gozo a los enfermos y a los ancianos, gozo a toda la humanidad (…) Alegraos porque Jesús ha venido al mundo. Alegraos porque Cristo ha muerto en la Cruz. Alegraos porque resucitó de entre los muertos. Alegraos porque nos borra los pecados en el Bautismo. Alegraos porque él es el dueño de nuestra vida”.
3) PARA VIVIR
Además de ser la gran noticia la Resurrección de Cristo, su victoria sobre la muerte nos atañe. Pues quien es bautizado, también ha pasado de la vida a la muerte. O el ya bautizado que después de pecar gravemente, encuentra la misericordia de Dios al ser perdonado en el Sacramento de la penitencia. Para alimentar esta alegría, podemos seguir el ejemplo de aquellas mujeres: Ir al encuentro del Resucitado, ya que Él es la fuente de una alegría que nunca se agota. Apresurémonos, dice el Papa Francisco, a buscarlo en la Eucaristía, en su perdón, en la oración y en la caridad vivida. La alegría, cuando se comparte, aumenta. Compartamos la alegría del Resucitado.
José Martínez Colín es sacerdote, ingeniero (UNAM) y doctor en Filosofía (Universidad de Navarra).