Cien días de insensatez
En estos 100 días, la economía de Estados Unidos está pasando de un mundo de reglas a otro de tratos especiales con Trump. Ya no importa el Estado de Derecho sino la buena relación con el gobierno. Es algo que conocemos bien en México y que termina por desarrollar un “capitalismo de cuates”.

Como se había pronosticado, Trump 2.0 sería peor que Trump 1.0. Se cumplen 100 días de su segundo mandato y los resultados son todos malos. No encuentro ni un solo aspecto positivo que me permita ser un poco optimista.
En el ámbito político, como todo buen populista, Trump se ha dedicado a socavar las instituciones de la democracia liberal para concentrar el poder en su persona.
Durante estos 100 días, la mayor parte de sus decisiones las ha ordenado por medio de decretos del Ejecutivo apropiándose de facultades que les corresponden a otros poderes. Aunque ambas cámaras del Congreso se encuentran dominadas por los republicanos, el Legislativo ha estado ausente estos días.
Por un lado, los congresistas han guardado silencio frente a la usurpación de poderes de Trump y, por el otro, prácticamente no han legislado nada. Le han dejado toda la cancha al Presidente renunciando a la larga tradición de ser contrapeso al Ejecutivo, incluso cuando hay gobierno unificado, es decir, una mayoría en el Congreso del partido del Presidente.
En cuanto al Poder Judicial, algunos jueces se han atrevido a detener actos del Ejecutivo por ser cuestionables o francamente inconstitucionales. Esto ha generado la crítica de Trump en contra de los juzgadores dudando de su legitimidad. Es el comienzo, sin duda, de un choque entre el Ejecutivo y Judicial que minará la solidez del Estado de Derecho en Estados Unidos, tal y como ocurrió en México con López Obrador.
Por su parte, los poderes fácticos han tenido que acomodarse y rendirle pleitesía a Trump. Es el caso de la clase empresarial, la mayoría de los medios de comunicación tradicionales y algunas universidades.
El poder se está concentrando en Estados Unidos, los contrapesos están dejando de funcionar. Un pésimo saldo en los primeros 100 días de gobierno. Aunado a esto, los conflictos de interés y la corrupción han aumentado desde que tomó posesión Trump.
Mientras el Presidente ha relajado las reglas de cabildeo y debilitado las instituciones dedicadas a combatir la corrupción, Trump ha recibido generoso financiamiento político de grupos de interés que ha beneficiado con sus políticas públicas, incluyendo el escandaloso caso de empresas que invierten encriptomonedas, dentro de las que están una que le pertenece directamente a Trump y otra a su esposa Melania.
En estos 100 días, la economía de Estados Unidos está pasando de un mundo de reglas a otro de tratos especiales con Trump. Ya no importa el Estado de Derecho sino la buena relación con el gobierno. Es algo que conocemos bien en México y que termina por desarrollar un “capitalismo de cuates”.
Las grandes fortunas acaban siendo la de los amigos del Presidente. No sé si éste se lleve una comisión (no lo dudo), pero este tipo de capitalismo resulta pernicioso para la economía de mercado.
El caso más conspicuo es, sin duda, el de Elon Musk, el hombre más rico del mundo que tiene un acceso privilegiado a las decisiones gubernamentales.
A Trump, ya sabemos, le gustan los deals. Eso es lo que anda buscando al imponer aranceles: Que países y empresas vayan a buscarlo y lleguen a tratos con él. La extorsión arancelaria le ha funcionado en algunos casos, pero no en el más relevante para la economía estadounidense, es decir, China. El gigante asiático ha jugado muy bien el “juego de la gallina” (game of chicken) en la que dos participantes conducen un vehículo en dirección al del contrario; el primero que se desvía de la trayectoria de choque pierde y es humillado por comportarse como un “gallina”.
Los chinos, que tienen un mayor control político de su sociedad, pueden aguantar mucho tiempo las consecuencias negativas de una guerra comercial. Estados Unidos, no. Tan pronto como el año que entra habrá elecciones para renovar el Congreso federal.
Si los aranceles de Trump tienen consecuencias negativas en la inflación o el crecimiento económico, los votantes comenzarán a rechazar al trumpismo. De hecho, según las encuestas, ya lo están haciendo. Es por ello por lo que Trump ya dio el volantazo y quiere acordar con una China que no tiene prisa. Todo esto ha derivado en la disrupción de la economía estadounidense y mundial.
Los 100 primeros días de Trump han sido una montaña rusa para los mercados donde se han perdido miles de millones de dólares de valor bursátil. Y, en lo que debería ser otro escándalo, algunos amigos de Trump se han hecho multimillonarios con la volatilidad generada por las decisiones cambiantes del Presidente.
Finalmente, Trump ha generado miedo estos primeros 100 días. Le ha funcionado para disminuir dramáticamente la migración de indocumentados. Pero Estados Unidos se está convirtiendo en una nación llena de odio, muy desagradable para vivir ahí, mucho menos para visitarla.