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El Espíritu Santo nos enseña a amar

Podemos pensar si somos conscientes de la presencia del Espíritu Santo en nuestras almas y si actuamos en consecuencia.

1) PARA SABER

En las últimas décadas del siglo XX se popularizó una canción del grupo español Mocedades escrita por el compositor Juan Carlos Calderón. Sólo en los Estados Unidos vendió más de un millón de copias: Se trata de Eres tú. Algunas estrofas se le podrían dirigir al Espíritu Santo. Por ejemplo: “Como una promesa eres tú”; “Toda mi esperanza, eres tú”; “Como fuerte brisa, eres tú” o “Algo así como el fuego de mi hoguera”. Se habla de promesa, fuego, aire… imágenes atribuidas al Espíritu Santo.

El papa Francisco señala que antes de partir, Jesús promete al Espíritu Santo, para que acompañe y guíe. La promesa se verificó en Pentecostés, a través de un viento impetuoso y de lenguas de fuego. Jesús no nos deja solos, se hace cercano con su Espíritu. Es una presencia que no restringe nuestra libertad porque el verdadero amor es una cercanía que no aplasta, no es posesiva. Podríamos aprender a amar así, dejando ser libres.

2) PARA PENSAR

Narraba san Josemaría Escrivá, en una reunión con mucha gente, la siguiente anécdota.

Un hombre, a orillas de la carretera, hacía señas a los automovilistas que pasaban para que lo llevaran en esa dirección. En eso se detuvo un enorme camión y el conductor le indicó amablemente que subiera, que él lo llevaría.

“Gracias -dijo el individuo mientras trepaba a la cabina-. ¿Va usted sólo?” le preguntó al conductor. Éste dudó un instante y luego respondió: “… pues sí…, sí voy solo”. Entonces el otro, intrigado por la respuesta dubitativa, le volvió a preguntar: “Pero, ¿me podría decir por qué dudó cuando le pregunté si iba solo?” El conductor le respondió: “Bueno, porque en realidad yo nunca voy solo: Voy siempre con Dios aquí, dentro de mi alma. El Espíritu Santo habita en mí”. El hombre guardó silencio unos instantes. A continuación dijo con energía: “Deténgase, pare usted. Mire, yo soy el párroco del pueblo que hemos dejado atrás. Iba huyendo, abandonándolo todo. Pero lo que acaba de decir me ha hecho percatarme de mi error. Quiero volver a mi lugar”.

Podemos pensar si somos conscientes de la presencia del Espíritu Santo en nuestras almas y si actuamos en consecuencia.

3) PARA VIVIR

El Espíritu se manifestó “como un «viento impetuoso». Fue una experiencia real, pero también simbólica. Ese viento fuerte y libre, simboliza que nos trae fuerza y nos trae libertad. Y es que siendo el Espíritu Santo el amor de Dios, un amor verdadero también es fuerte y libre. Tan fuerte que es capaz de comprometerse libremente para toda la vida como sucede con el matrimonio.

El Espíritu nos hace nuevas criaturas, como lo hizo con los Apóstoles: Quienes ya no volvieron a ser como antes, sino que salieron sin temor y comenzaron a predicar que Jesús ha resucitado. El Espíritu cambia el corazón, ensancha la mirada de los discípulos, los hace capaces de comunicar a todos las grandes obras de Dios, realiza la unidad y universalidad de la Iglesia. Él derrota todas nuestras vacilaciones, desmantela nuestras falsas certezas.

La canción aludida también afirma: “Como una sonrisa, eres tú”. Podemos vivir con la conciencia de que el Espíritu Santo es la sonrisa de Dios, quien con dulce mirar, siempre nos contempla.

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