Enredo
La destitución de Pedro Castillo en Perú obligó a varias de las democracias más grandes a tomar una pronta postura.
La crisis política peruana ha puesto en un enredo a las izquierdas latinoamericanas. La destitución de Pedro Castillo como presidente del Perú, su detención y la toma de protesta a Dina Boluarte como Presidenta complica el escenario para la diplomacia e inserta dudas en el radar de hacia dónde se moverán las jóvenes, inestables e incompletas democracias latinoamericanas en los próximos años.
La destitución de Pedro Castillo en Perú obligó a varias de las democracias más grandes a tomar una pronta postura. En el caso mexicano, el presidente López Obrador se apresuró y usó su cuenta de Twitter para referirse a “los intereses de las élites económicas y políticas” y al “ambiente de confrontación y hostilidad” como contexto de la crisis. Y tiene razón en esto. Perú vive un ambiente de polarización muy intenso en una de las sociedades más desiguales de América Latina lo que ha exacerbado la tensión social que se vive en ese país y que lo mismo puede leerse en las novelas de Vargas Llosa que en una visita a la bella Lima.
Sin embargo, en esa misma comunicación, el presidente de México parece justificar las acciones que tomó Castillo. En otras palabras, López Obrador opinó sobre la situación política peruana y tomó partido en las redes sociales. Su hilo de Twitter, per se, no viola el principio de no intervención de la diplomacia mexicana, pero sí generó un ruido innecesario que tuvo como respuesta un comunicado de la Cancillería peruana, muy similar a otro que emitieron con respecto a declaraciones del Presidente colombiano en el mismo sentido que los tuits de AMLO.
Pedro Castillo se equivocó. En un intento desesperado quiso desaparecer el Congreso y gobernar bajo estado de excepción. En ambos casos, Castillo usó un recurso legal. Sin embargo, Castillo quiso usar uno de esos enclaves autoritarios que aún sobreviven en las leyes peruanas sin respaldo popular. El maestro rural que se hizo del poder con alta legitimidad, la dinamitó en año y medio de un Gobierno caótico. En 1992 Fujimori sí pudo aplicar ese recurso, pero tenía respaldo de las élites, del Ejército y de las encuestas. Castillo nunca tuvo los dos primeros apoyos y perdió el de las encuestas. En su intento por salvar su Gobierno apretó un botón que terminó llevándolo a prisión. Hoy la democracia peruana vuelve a demostrar su fragilidad e inestabilidad.
México tiene una tradición política de brindar asilo y refugio político que lo mismo agradecen los españoles en el exilio, que los chilenos y Evo Morales. En el caso peruano, el depuesto Presidente permanecerá en prisión y la situación se ve tan complicada que la actual Presidenta podría ser depuesta antes de llegar a las elecciones que convocó. Todo parece estar en el aire.
El comunicado conjunto de México, Argentina, Bolivia y Colombia parece un intento coordinado para que Dina Boluarte conceda a Castillo la salida del Perú y éste pueda asilarse en México. Sin embargo, a ese comunicado le faltó el respaldo de Brasil y Chile. Brasil sigue gobernado por Bolsonaro, mientras que Gabriel Boric tiene una baja popularidad como Presidente de Chile y no tiene margen de maniobra. La apuesta de México parece ser la de ofrecerle el asilo a Castillo, si se le permite la salida de Perú.
América Latina ha cambiado mucho desde los 90 en adelante. La ola democratizadora pronto enterró a las dictaduras militares o a los regímenes de partidos hegemónicos, pero dejó enclaves autoritarios en casi todos lados. En el caso peruano, la larga transición a la democracia dejó un sistema político semiparlamentario que ha provocado gobiernos inestables, autogolpes, presidentes depuestos, congresos con demasiado poder, entre otros asuntos. La crisis política peruana es caldo de cultivo para la polarización que se vive en la región. Por lo pronto, izquierdas y derechas harían bien en coincidir que Castillo rebasó el consenso prodemocracia latinoamericano, pero al mismo tiempo que no debe negársele la opción del asilo. Este es el enredado camino que México ha emprendido en esta crisis regional.
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