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Sacerdotes y religiosos expulsados y arrestados por la dictadura en Nicaragua  

El régimen dictatorial también encarcela a sacerdotes y religiosos

De abril de 2018 al día de hoy, la dictadura de Nicaragua que encabezan Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo ha expulsado del país a 60 sacerdotes y religiosos de la Iglesia católica.

"Contabilizamos más de 60 religiosos que han sido desplazados, despojados de su pasaporte, nacionalidad, residencia, negada la entrada a Nicaragua, o que han decidido salir al exilio", asegura el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más.

El dato fue dado a conocer el pasado miércoles 12 de octubre, por esa organización de la sociedad civil integrada por activistas nicaragüenses exilados en Costa Rica.

Es a partir de abril de 2018, cuando estalla la revuelta popular en contra de la dictadura, que el régimen endurece su posición frente a la Iglesia católica.

A la par que se incrementa la persecución de sacerdotes y religiosos también crece la violación sistemática de los derechos humanos de la población.

En las cárceles hay más de 400 presos políticos en condiciones terribles. Por esa situación, en prisión ya han muerto algunos de ellos.

Entre los expulsados están: Waldemar Stanislaw Sommertag, quien fuera nuncio apostólico del Vaticano; Silvio Bäez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua y el sacerdote Edwing Román, sobrino del héroe nacional Augusto C. Sandino.

El régimen dictatorial también encarcela a sacerdotes y religiosos el último, el pasado 13 de octubre, al padre Enrique Martínez Gamboa párroco de la parroquia Santa Martha en Managua.

Sólo en los primeros seis meses del año han sido encarcelados once sacerdotes. Entre ellos monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, que fue junto con cuatro sacerdotes, dos seminaristas y un camarógrafo que los acompañaban.

Daniel Ortega, que imita al dictador Anastasio Somoza, arremete, de vez en vez, contra la Iglesia local y acusa a los obispos y sacerdotes de "golpistas" y "terroristas".

Y al Vaticano le dice que no tiene legitimidad moral para criticarlo, porque es una “dictadura”, una “tiranía perfecta”, que utiliza a "a sus obispos en Nicaragua para dar un golpe de Estado".
Con las expulsiones y arrestos la dictadura pretende acallar a la Iglesia católica que en la Nicaragua de hoy es la última de las voces que todavía se deja escuchar, para denunciar los crímenes del régimen.

Rubén Aguilar es doctor en Ciencias Sociales y profesor de la Universidad Iberoamericana. En Internet: www.miscuadernos.com.mx

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