Jeff Austin: El peor pitcher en la historia de las Grandes Ligas

El 28 de mayo del 2003 es una fecha que quedará grabada en los anales de las Grandes Ligas, pero por razones que pocos desearían. Esa noche, en el Turner Field, de Atlanta, Giorgia, un joven lanzador llamado Jeff Austin vivió una pesadilla que puso fin abrupto a su breve paso por las mayores.

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Austin, quien vestía el uniforme de los Cincinnati Reds, se enfrentó a una noche que parecía sacada de una película de terror. Desde el primer lanzamiento, la suerte le dio la espalda. Rafael Furcal, el primer bateador de los Bravos de Atlanta, le conectó un soberbio jonrón que anunciaba lo que estaba por venir.

Pero lo peor aún estaba por llegar. En el mismo inning, Mark DeRosa imitó a Furcal y también desapareció la pelota del parque. Y como si la tragedia no fuera suficiente, el legendario Gary Sheffield se unió a la fiesta, completando una secuencia histórica, tres jonrones consecutivos para abrir un juego. Los Bravos de Atlanta se convirtieron así en el segundo equipo en la historia de las Grandes Ligas en lograr tal hazaña, después de los Padres de San Diego en 1987.

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La pesadilla de Austin no había terminado. En ese mismo primer inning, recibió su cuarto jonrón de la noche, esta vez a manos del experimentado Javy López. Cuatro cuadrangulares en un solo inning, una marca que difícilmente alguien podrá igualar.

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Después de esa traumática experiencia, Austin nunca más volvió a subir al montículo en las Grandes Ligas. Sus números en la temporada 2003 fueron devastadores: 7 aperturas, 2 victorias y 3 derrotas, con un porcentaje de carreras limpias admitidas de 8.58 y 9 jonrones permitidos en apenas 28.1 innings. Un promedio de un jonrón cada tres innings que lo convierte en una estadística curiosa y trágica al mismo tiempo.