Julio César Chávez, excampeón mexicano, revela la razón del por qué dejó las drogas
El excampeón mexicano dio a conocer las circunstancias que lo orillaron a tomar la decisión de dejar de consumir.
En una reciente entrevista para el podcast Creativo, del influenciar Roberto Martínez el legendario boxeador mexicano, Julio César Chávez, reveló cómo una conversación con su hijo lo llevó a superar sus adicciones. Con la voz entrecortada y visiblemente emocionado, Chávez compartió que fue un reclamo de su hijo, Julio César Chávez Jr., lo que lo hizo reflexionar y cambiar su vida, cuatro años después de su retiro en 2005, cuando ya había sido internado en rehabilitación en 2009.
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Chávez narró cómo su hijo le dijo: “Papá, tú no quieres verme campeón”. Esta afirmación fue el catalizador para que el exboxeador dejara atrás sus problemas con las drogas y el alcohol.
Por eso dejé la mier**, me costó mucho trabajo y me sigue costando, pero vivo por él solo por hoy”, confesó.
El campeón subrayó la influencia que los hijos pueden tener en la vida de sus padres, explicando: “Los hijos te desarman, está cabrón. Cuando tengas hijos me vas a comprender”. Esta declaración puso de manifiesto el profundo efecto emocional que las palabras de su hijo tuvieron en su decisión de buscar ayuda y cambiar su vida.
La trayectoria de Chávez Jr.
Julio César Chávez Jr. logró su propio reconocimiento al coronarse campeón del mundo en el peso medio del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) el 4 de junio de 2011, derrotando al alemán Sebastian Zbik por decisión unánime en 12 asaltos.
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Una familia marcada por las adicciones
El camino no fue fácil para la familia Chávez.
Gracias a Dios, vi a Julio campeón del mundo, limpio. Él fue el que me llevó por primera vez a una clínica y después tuve yo que internarlo a él”, mencionó Chávez.
Reflejando la lucha compartida contra la adicción dentro de su familia. Esto también incluyó a su otro hijo, Omar.
En retrospectiva, Chávez ve estos años difíciles como parte de un plan mayor.
Fueron muchos años muy difíciles, pero todo pasa por algo. Dicen que los tiempos de Dios son perfectos y mis hijos hoy están muy bien. Ni yo me la creo, fueron tantos años con la adicción de pastillas de Julio y Omar”, concluyó.
Esta confesión no solo muestra la humanidad de una figura legendaria sino también la esperanza y la redención que puede surgir de las situaciones más adversas.
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