Elizabeth holmes: Así esta joven engañó y estafó a toda una industria
Elizabeth Holmes nació el 3 de febrero de 1984 en Washington D.C.. Inspirada por su abuelo, un cirujano condecorado, desde pequeña tuvo una gran fascinación por la medicina
MÉXICO.- Imagina que un día tu fortuna es de 10,000 millones de dólares y que al día siguiente estás en la cárcel con un patrimonio prácticamente de cero. Suena a argumento de película, pero no lo es.
Te estoy hablando de Elizabeth Holmes, quien fue considerada la musa de Silicon Valley y cuya caída fue tan vertiginosa como su ascenso en el mundo de los negocios tecnológicos.
Pero, ¿cómo pudo una chica de 19 años con estudios truncos engañar a toda una industria y a la bolsa de valores con su empresa Theranos? Vamos a descubrirlo.
Elizabeth Holmes nació el 3 de febrero de 1984 en Washington D.C.. Inspirada por su abuelo, un cirujano condecorado, desde pequeña tuvo una gran fascinación por la medicina.
En 2002 ingresó a Stanford para estudiar química. Ahí, su talento no pasó desapercibido y durante su primer año recibió una beca de $3,000 para un proyecto de investigación.
Con la guía del profesor Channing Robertson, patentó un dispositivo portátil que administraba medicamentos y monitoreaba variables de sangre, algo realmente disruptivo.
Pero Elizabeth soñaba en grande. En 2003, a los 19 años de edad, tomó la audaz decisión de dejar Stanford para fundar Theranos, una empresa que prometía revolucionar las pruebas de laboratorio con solo unas gotas de sangre.
Su entusiasmo y aparente innovación atrajeron a grandes inversores, convirtiéndola en la musa de Silicon Valley. Para 2014, Theranos estaba valorada en 9,000 millones de dólares y Holmes, con apenas 30 años, figuraba en la lista Forbes de las personas más ricas de Estados Unidos.
Parecía imparable, pero detrás de su éxito se escondía otra realidad.
Elizabeth Holmes pasó de ser una estudiante a la CEO de una empresa multimillonaria en pocos años. El carisma y la visión pueden llevarte bastante lejos, pero no sirven de nada si no conservas la integridad en los negocios.
La caída de Theranos reveló que no todo lo que brilla es oro, y su historia es una lección de humildad y una advertencia para todos.
La clave de su engaño está en su carisma y su habilidad para vender una visión. Elizabeth Holmes era una maestra en relaciones públicas. Con su look inspirado en Steve Jobs, siempre vestida de negro y con una voz profunda que imponía, logró atraer a los inversores más poderosos del mundo.
No solo vestía como Steve Jobs, sino que también adoptó su estilo de liderazgo y su aura de visionario. Hablaba con seguridad, usaba términos técnicos de manera convincente y proyectaba una imagen de alguien que no solo entendía la tecnología, sino que también estaba destinada a revolucionar el sector de la salud.
Esta combinación de apariencia y discurso le permitió ganarse la confianza de personas influyentes y con gran poder adquisitivo, como Rupert Murdoch, el magnate de los medios de comunicación, Henry Kissinger, el secretario de estado de los Estados Unidos, y hasta la familia Walton, conocida por su inmensa riqueza y conexiones políticas.
Todos ellos creyeron en su sueño de una tecnología que podía realizar cientos de pruebas de laboratorio con una sola gota de sangre.
La máquina llamada Edison prometía simplificar y abaratar las pruebas médicas, algo que sonaba a ciencia ficción, pero que Holmes vendió como ciencia real.
¿Qué hizo para convencer a tantos inversionistas de alto calibre para seguirla? Utilizó varias estrategias engañosas: presentaba resultados manipulados y hacía demostraciones cuidadosamente preparadas para mostrar un éxito que no existía.
Las pruebas que realizaba en presencia de inversores y socios eran muchas veces realizadas con métodos tradicionales en laboratorios externos, pero se presentaban como si hubieran sido tecnologías hechas por Theranos.
Además, Holmes fomentaba un ambiente de secretismo dentro de la empresa, similar a Apple.
Los empleados trabajaban en compartimientos separados y no podían compartir información entre departamentos, lo que complicaba que alguien pudiera tener una visión completa de lo que realmente estaba ocurriendo.
Esta táctica no solo prevenía filtraciones, sino que también mantenía a raya cualquier intento de cuestionar la viabilidad de la tecnología.
Otra pieza clave fue el respaldo de un consejo asesor lleno de figuras prestigiosas y respetadas, que incluía exsecretarios de estado, generales retirados y otros líderes de alto perfil.
La presencia de estos nombres no solo le daba legitimidad a Theranos, sino que también reforzaba la confianza de otros inversores.
Holmes también se benefició del contexto de Silicon Valley, donde la cultura de las startups a menudo celebraba el fracaso como parte del camino hacia el éxito. Los inversores estaban acostumbrados a correr riesgos y a confiar en los fundadores con grandes sueños y promesas.
Todos querían invertir en el próximo Google, y esta mentalidad permitió que Holmes siguiera trayendo fondos, incluso cuando empezaron a surgir dudas sobre la tecnología. Pero la realidad estaba muy lejos de las promesas que hizo.
¿Alguna vez funcionaron los dispositivos de Theranos, la empresa de tecnología más escandalosa de la última década? La verdad es que todo lo hecho por Elizabeth Holmes era la más barata ciencia ficción.
Los dispositivos de diagnóstico simplificado nunca funcionaron como ella decía, y para 2015, las señales de que la empresa iba a fracasar eran más que claras.
Los inversores que habían puesto cientos de millones de dólares no pudieron retirar ni un solo dólar, y se calcula que Holmes defraudó a sus inversores con más de 385 millones de dólares.
The Wall Street Journal, dirigido por Rupert Murdoch, uno de los inversionistas clave de Theranos, fue crucial para destapar el fraude.
Tyler Shultz, nieto de George Shultz, quien fue un exsecretario de Estados Unidos y miembro de la junta de Theranos, fue uno de los primeros en denunciar las irregularidades.
Esto le costó caro, ya que Elizabeth Holmes contrató detectives privados para seguirlo y su familia pasó por momentos extremadamente complicados.
Holmes copió de manera casi obsesiva el estilo de Steve Jobs, vistiendo siempre de negro y utilizando tácticas de marketing muy similares, incluso fingiendo su voz.
En 2018, Theranos cerró sus puertas y en noviembre de 2022, Elizabeth Holmes fue condenada a más de 11 años de prisión y a pagar 452 millones de dólares en restitución.
Aunque su condena se redujo en 2 años, su legado será siempre un ejemplo de cómo no hacer negocios en Silicon Valley y en ninguna parte del mundo.
El caso de Elizabeth Holmes y Theranos es una lección para todos. Nos muestra cómo el deseo de revolucionar una industria puede llevar a tomar decisiones éticamente cuestionables.
También subraya la importancia de la diligencia debida y el escepticismo, especialmente cuando algo suena demasiado bueno para ser verdad. Siempre investiga bien antes de invertir en cualquier negocio, incluso en la bolsa de valores, porque no todo lo que brilla es oro.
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