China intensifica su estrategia para destronar a Estados Unidos como líder mundial
Esta estrategia no se limita a América Latina. En África, China ha asegurado el acceso a numerosos recursos naturales mediante inversiones extranjeras directas, lo que le permite establecer cadenas de suministro alternativas a las de Occidente, particularmente en sectores como el automotriz

MÉXICO.- China ha dejado claro su objetivo: convertirse en el centro económico del mundo, y para muchos expertos, esto parece inevitable.
Actualmente posicionada como la segunda mayor potencia mundial, después de Estados Unidos, el país asiático ha expandido su influencia económica a nivel global, especialmente mediante la creación de dependencias comerciales con países productores de materias primas, consolidando así su posición como una potencia industrial clave.
Uno de los focos estratégicos de China ha sido América Latina, región en la que, según datos oficiales, el comercio bilateral creció cerca de un 11% en 2022, alcanzando los 414,000 millones de dólares.
Esta expansión comercial ha sido acompañada por un crecimiento notable en el ámbito tecnológico y científico, superando a cualquier otro país en la publicación de patentes y estudios científicos, con el fin de consolidar su liderazgo en áreas como la inteligencia artificial y la robótica.
Empresas chinas como Alibaba, Baidu y Tencent están a la vanguardia mundial en estos sectores, al mismo tiempo que el gobierno impulsa su ambicioso proyecto geoeconómico: la Ruta de la Seda, rebautizada como Iniciativa de Desarrollo Global.
Esta iniciativa ya ha canalizado más de un billón de dólares en inversiones, con el objetivo de establecer seis corredores industriales por tierra y mar que conecten más de 100 países.
A través de esta estrategia, China ha financiado proyectos de infraestructura en todo el mundo, incluyendo puertos, aeropuertos y plantas energéticas.
En Brasil, por ejemplo, anunció en 2018 una inversión superior a los 38,000 millones de dólares en el sistema eléctrico. También sobresale la construcción del canal interoceánico en Nicaragua y la modernización del puerto de Santos.
En El Salvador, el país asiático ha donado la construcción del Estadio Nacional, con capacidad para 50,000 espectadores, y la nueva Biblioteca Nacional, con una inversión aproximada de 540 millones de dólares en total.
La clave detrás de estas inversiones es clara: influencia. China utiliza estas alianzas como una herramienta de presión geopolítica, ofreciéndose a países latinoamericanos como un socio confiable, siempre que estos se alineen con sus intereses estratégicos, como es el caso de la relación con Taiwán.
En su política exterior, China considera a Taiwán como una provincia rebelde, no como una nación independiente. Los países que rompen relaciones con Taiwán son recompensados, como ocurrió con El Salvador en 2017 y Honduras en marzo de 2023.
Esta estrategia no se limita a América Latina. En África, China ha asegurado el acceso a numerosos recursos naturales mediante inversiones extranjeras directas, lo que le permite establecer cadenas de suministro alternativas a las de Occidente, particularmente en sectores como el automotriz.
Mientras los países occidentales enfrentan disrupciones logísticas, China fortalece su autonomía económica y su red de alianzas internacionales.
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