Guerra en Ucrania: Europa suda por el futuro del suministro de gas de Rusia
El flujo de gas se ha reanudado, pero persiste el temor de que el volumen de suministro <strong>sea mucho menor que antes.</strong>
LONDRES.-La invasión de Ucrania el 24 de febrero y los casi cinco meses de guerra que siguieron han recordado a muchos países europeos la cruda realidad de su dependencia energética de Rusia. Durante diez días, Europa occidental ha sudado por la reanudación del suministro de gas a través del gasoducto Nord Stream 1 hacia Alemania, que Rusia cerró el 11 de julio por mantenimiento. Muchos en Berlín y Bruselas temían que no volviera a estar en línea según lo programado después de la interrupción.
El flujo de gas se ha reanudado, pero persiste el temor de que el volumen de suministro sea mucho menor que antes. Incluso antes de que se cerrara el suministro para enviar una de las turbinas a reparar en Canadá, se informó que el flujo de gas estaba un 60 % por debajo de los niveles de flujo máximo.
Los países europeos están luchando por llenar sus reservas de energía antes del próximo invierno, que podría ser muy difícil con los altos precios de la energía y las medidas de emergencia para reducir la demanda y el consumo de energía. La Agencia Internacional de Energía (AIE) intergubernamental con sede en París ha alentado a los líderes europeos a “hacer todo lo posible en este momento para prepararse para un invierno largo y duro”. Ha propuesto un programa para un enfoque más coordinado en toda la UE que abarca desde la minimización del uso de gas en el sector eléctrico hasta la reducción de la demanda de electricidad de los hogares.
A nivel de la UE, la Comisión Europea está pidiendo a los estados miembros que se preparen para un "riesgo considerable" de una interrupción completa del suministro de gas ruso. La UE cuenta con legislación vigente, como el Reglamento de seguridad del suministro de gas de 2017, que debería ayudar a navegar estos tiempos inciertos, pero será interesante ver si el reglamento resistirá la prueba de una crisis energética.
Hasta el momento, solo se han firmado seis acuerdos bilaterales de solidaridad entre los estados miembros de la UE, comprometiéndose a apoyarse mutuamente en el uso de las instalaciones de almacenamiento de gas natural, la diversificación del suministro y el tránsito de gas natural, en caso de escasez de gas. Estos incluyen Alemania y Dinamarca; Alemania y Austria; Estonia y Letonia; Lituania y Letonia; Italia y Eslovenia; Finlandia y Estonia. Hay algunas otras señales particularmente preocupantes. Hungría, por ejemplo, ha declarado un “estado de emergencia energética”, anunciando que detendría las exportaciones de gas a los países vecinos para conservar sus propias reservas.
Diplomacia energética
La UE también ha estado intensificando sus esfuerzos diplomáticos, tratando de obtener energía de fuentes no rusas. El 18 de julio, por ejemplo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, firmó un memorando de entendimiento con el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, sobre “una asociación estratégica en el campo de la energía”, cuyo objetivo es compensar a los países de la UE por el escasez de gas ruso al duplicar la cantidad que el país ya suministra a "al menos 20 mil millones de metros cúbicos de gas anualmente para 2027".
Por otro lado, los estados miembros individuales de la UE están avanzando con intentos descoordinados para obtener energía de fuentes no rusas o para aumentar la producción de energía doméstica a través de fuentes como la nuclear o el carbón. A principios de esta semana, por ejemplo, el primer ministro italiano, Mario Draghi, a pesar de una grave crisis interna que podría significar el fin de su gobierno, viajó a Argelia para asegurar un importante acuerdo energético.
Francia planea nacionalizar completamente el gigante de la energía EDF (en el que el estado ya posee el 84 %), dando al gobierno más control en las difíciles circunstancias actuales. Para enfrentar serias interrupciones en el suministro de gas de Rusia, varios países, incluidos Austria, Alemania, los Países Bajos y Francia, planean poner en espera sus industrias del carbón.
En ambos casos, la comisión y varios estados miembros de la UE están tomando medidas que parecen estar en contraste con el objetivo del Acuerdo Verde Europeo, el marco global de energía y clima propuesto por la comisión actual para hacer que la UE sea neutral en carbono para 2050. En lugar de moviéndose rápida y decisivamente hacia más energías renovables, la UE y sus estados miembros parecen estar enfatizando los combustibles fósiles no rusos como la solución más inmediata a la crisis energética actual.
También es importante recordar que hace unas semanas el Parlamento Europeo no se opuso a la inclusión de la energía nuclear y el gas en la taxonomía de la UE, su lista de actividades económicas ambientalmente sostenibles. Si el Consejo Europeo, que establece la política de la UE, tampoco se opone, la taxonomía podría convertirse en ley en enero de 2023. Esta noticia ha recibido fuertes críticas por parte del público y los inversores, así como de los partidos verdes de toda la UE.
¿Cómo podría resultar esto?
Lo que podríamos ver en un futuro cercano, por lo tanto, es el desarrollo simultáneo de dos tendencias aparentemente contradictorias. Por un lado, los estados miembros intentarán asegurar cualquier posible fuente de petróleo y gas no ruso disponible en el mercado (y también de gas ruso si vuelve a estar disponible en el mercado). Al mismo tiempo, lo harán quienes puedan depender de la producción nacional o de otras fuentes, ya sea nuclear o de carbón. Tiempos extraordinarios requieren medidas extraordinarias.
Por otro lado, existe el riesgo de que la descarbonización y la transición lejos de los combustibles fósiles se conviertan en una ambición a largo plazo, casi inactiva, que quede en un segundo plano al menos hasta el próximo invierno. La descarbonización seguirá siendo la narrativa principal, pero, mientras tanto, los estados aprovecharán todas las oportunidades para impulsar sus economías.
Sin embargo, mientras nos preparamos para lo peor, también debemos esperar lo mejor. Como señalaron dos académicos italianos que escribieron una carta al Financial Times, "la crisis energética europea puede ayudar a impulsar una integración de la UE que tanto se necesita". La actual crisis energética -argumentan- podría ser una oportunidad para que la UE refuerce su arquitectura, mejore la integración política y refuerce la solidaridad.
La AIE también ha señalado que, al hacer frente a la crisis actual: "Europa bien puede estar llamada a mostrar la verdadera fuerza de su unión". A menudo se ha descrito a la UE como limitada en su política energética por los desacuerdos entre los estados miembros, particularmente sobre la seguridad del suministro. La última crisis, si bien es una prueba para la solidaridad de la UE, también es una oportunidad para trabajar juntos hacia una mejor seguridad energética.
Artículo completo en The Conversation
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