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El Imparcial / Espectáculos / Armando Nava

Estar y no estar

Pájaro Alberto, el músico tijuanense asegura que pese a que su banda Love Army no logró llegar al Festival de Avándaro, su música sí lo hizo

Estar y no estar

Tijuana BC.- Un accidente de última hora que envió al bajista Salvador Bañuelos al hospital dejó a la banda tijuanense Love Army fuera de toda posibilidad de cumplir con el compromiso de presentarse en Avándaro al día siguente, el 11 de septiembre de 1971.

Alberto Isordia, mejor conocido como Pájaro Alberto, líder indiscutible de aquella banda asegura que a pesar de la ausencia del grupo, su música sí logró llegar a aquel mítico festival.

"Estaba en el cartel con mi banda, Love Army, que estaba conformada en su mayoría por músicos de Tijuana, en ese entonces estaba pegando mucho mi canción, Caminata Cerebral", recuerda.

La canción contenía un mensaje social claro de crítica al gobierno, asegura, que incluso fue prohibida porque contenía dos versos que ofendieron a muchos.

Sentado en el área que tiene habilitada como estudio en su domicilio de Tijuana, Pájaro Alberto toma la guitarra y empieza a cantar.

Sindicatos y patrones, me han bajado la moral, si me dejo los calzones, también me van a bajar; Jesucristo no regreses, no te vayan a rapar, en esta era de acuario nadie te entenderá, nomás de ver tus greñas, la gente se va a asustar”

"No me la acabé", dice sonriendo, "prohibieron la canción en la radio en México, Guadalajara y Monterrey".

Para él fue su mensaje lo que logró la conexión con los asistentes del festival.

"Yo no estuve ahí, pero mi canción sí, estuvieron cantándola todo el camino, porque al último verso dice, 'tendré que caminar', mientras la gente iba de 'raite', de 'camionazo' y caminando porque ya no había otra manera de llegar", recuerda.

Sin expectativas

Del llamado Festival de Rock y Ruedas de Avándaro que este fin de semana celebra su 50 Aniversario, no había muchas expectativas porque no fue intencional.

"Resulta que los organizadores estaban promoviendo una carrera de carros que se hacía cada año en el circuito de Avándaro, entonces para echarle más sabor al evento contrataron grupos de rock; inicialmente éramos muy pocos, Love Army, los Dug Dug’s, El Ritual, Peace and Love. Javier Bátiz no quiso ir, pero también se le invitó", detalla Pájaro Alberto.

Muchas de las bandas del cartel de Avándaro, como las antes mencionadas, contaban con músicos que habían forjado parte de su historia en Tijuana, asegura, particularmente tocando en el circuito de bares de la avenida Revolución.

"También hubo muchas bandas de allá como Tinta Blanca, los Spiders, Three Souls, Medusa, grupos que estaban surgiendo en el D.F., pero al final llegaron muchas otras que no estaban invitadas", detalla.

Una utopía real

En Avándaro se consiguió una convivencia que no se había vivido en ningún otro lugar, asegura.

"Doscientas mil personas viviendo en paz, en amor y paz por tres días, a una chavita se le ocurrió quitarse el brasier y se hizo famosa como la encuerada de Avándaro, pero no fue la única, una bola de hippies se metieron al río a bañarse encuerados, y eso qué, qué tiene de malo, no hubo ni un solo pleito. no hubo violencia, sexo tal vez sí y drogas pues algunos fumaban mariguana", reflexiona.

La comida se compartía entre desconocidos y a cualquiera que se sintiera mal los demás trataban de asistirlo.

"Deveras era el sueño de John Lennon, por unos días fue paz y amor y música, y eso fue todo", apunta con un rostro reflexivo.

Adiós al sueño

Después de Avándaro las cosas se complicaron para los músicos, señala el también fundador de los Tijuana Five, al Gobierno le dio miedo ver a tantos jóvenes reunidos en torno al rock.

"Se prohibió el rock 'n roll de plano, se prohibieron los conciertos, se prohibió tocar el rock en la radio porque esto que estábamos haciendo nosotros no era el rock 'n roll inocente de Enrique Guzmán y los Teen Tops, yo no escribí 'quitate de aquí perro lanudo'", dice con una sonrisa burlona en los labios, "yo y los demás rockeros de Avándaro estábamos incrustando filosofía de cambio en nuestras letras".

La mayoría de los músicos que tuvieron la posibilidad emigraron a Estados Unidos, algunos como él aún aguantaron algunos años buscando la posibilidad de vivir de la música, asegura, pero al final aquel movimiento, prácticamente desapareció.

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